Como el presidente no ha querido encontrar otra forma de referirse a sus críticos y opositores que la agresión verbal y la descalificación, sus subordinados hacen lo mismo con quien les parece que son sus opositores.
Si alguien piensa que el pleito es la forma exclusiva de relacionarse de AMLO con quienes piensan de distinta manera, está equivocado. El pleito –política pública de este gobierno estelarizada todas las mañanas por el presidente de la República– ha tomado carta de naturalización como forma de convivencia entre quienes forman parte del gobierno de la llamada cuatroté. Ya lo hemos comentado en este espacio: a falta de oposición, de ‘pleito institucional’, el pleito es entre los que luchan por los espacios de poder que, en este caso, son los del gabinete y los de Morena. No hay más. El pastel es de ellos y entre ellos quedará, por lo menos de aquí a las elecciones de 2021.
Aceptemos que son nuevos tiempos y que muchas de las formas, los estilos que se habituaron durante décadas en nuestra clase política, están de salida. Me parece bien. Lo que no me queda claro es si lo que vemos en nuestra clase gobernante es un buen cambio o un retroceso. Por supuesto que nadie con dos dedos de frente espera algo de refinamiento en quienes arribaron al poder hace poco más de un año. Si las formas caducadas eran una forma velada de la hipocresía, las nuevas son un abierto reto para dirimir las diferencias a madrazos.
Como el presidente no ha querido encontrar otra forma de referirse a sus críticos y opositores que la agresión verbal y la descalificación, sus subordinados hacen lo mismo con quien les parece que son sus opositores dentro o fuera del gobierno, dentro o fuera del partido. La razón es de quien mete el primer chingadazo, no de quien convence, eso quedó atrás.
La semana pasada, como si fuera concurso, los pleitos al interior del grupo gobernante estuvieron presentes todos los días. Veamos. El pleito entre Marcelo Ebrard y la embajadora de México en Washington, Martha Bárcena, no cesa. Los golpes en los medios entre uno y otro bando son de campeonato. El canciller acusó en columnas una campaña orquestada por un personero de la embajadora que vino a ventanear a un tal López Casarín, amigo de Ebrard, y que al parecer maneja una buena parte de las relaciones con los gringos sin ser funcionario de la Cancillería; además fue balconeado un consentido de Ebrard con denuncias de acoso sexual y violencia de género. Por su parte el canciller continúa con el ‘peluseo’ a la embajadora y sobre la aprobación del T-MEC no la mencionó en absoluto, dejando en claro nuevamente que la señora no participó en nada.
La supuesta reforma judicial también evidenció un pleito fuerte entre las élites del gobierno. Parece que Gertz quiere ejercer la autonomía, que tanto presume el presidente que le dio, lo cual no es del agrado de varios de los subordinados presidenciales que se sienten pares del fiscal. A la fallida presentación no se apersonó el inefable Alfonso Durazo –que ya sabe que cualquier resbalón en su posición puede tener consecuencias que nadie desearía–; también hizo mutis el florero de Gobernación, la señora Olga Sánchez Cordero. La propuesta de Gertz alarmó a más de uno por ir en contra de, por ejemplo, lo que han luchado el hoy presidente de la SCJN, algunas resoluciones de la propia Sánchez Cordero y de, en general, la lucha de izquierda y la corriente ‘progre’ en nuestro país. Es en ese contexto que salió a golpear a Gertz quien fuera joven promesa de la 4T y ahora es un payaso multimedia: Gibrán Ramírez. Desde su puesto de oficinista internacional –cosa que le gusta recalcar– Ramírez llamó a Gertz a regresar de “su viaje foxista”. Puros contra impuros.
El stripper de la decadencia, Fernández Noroña, también salió a escena para fustigar a la senadora Lily Téllez, a quien llamó “miserable”, y la senadora se limitó a decir que no le preocupaba ese “sujeto”, salvo que volviera a salir en toalla en otra de sus patéticas exhibiciones.
Así las cosas, queda la esperanza de que en un par de años se acaben destruyendo unos a otros. Por lo pronto hay que comprar palomitas.
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