En busca de la oposición perdida

De los priistas no se podía esperar gran cosa, pero se olvida que tienen una gigantesca capacidad para desilusionar.



Hacer oposición es una tarea de tiempo completo. El origen de recibir fondos públicos –por lo menos parte de los argumentos que se daban en el PAN de los 80 para recibir el financiamiento del Estado– tiene que ver con dedicarse a la política de lleno y no como un hobby o una actividad paralela a la profesional, una suerte de –como muchos la veían– acción social o apostolado: un servicio a los demás en el tiempo que dejaba el trabajo. Por supuesto, había otros argumentos, como el de no depender de las dádivas de algunos potentados que se adueñaran, por la vía pecuniaria, del destino y objetivos de los partidos políticos.

Como nos hemos dado cuenta desde hace tiempo, tan nobles propósitos valieron queso y todo es al revés; exactamente se hace ahora lo que se buscaba prevenir: la política es una chamba más para hacer otros negocios más relevantes y los empresarios quitan y ponen a su antojo candidatos en los partidos políticos, todo esto aunado a la burocracia partidista enquistada en todos lados, que ha terminado por suprimir la participación de mujeres y hombres preparados, con capacidad de trabajo, y que han sido suplidos por oscuros y torvos funcionarios que medran con todo tipo de puestos, incapaces de defender con argumentos alguna postura, y aspirantes a payasos con angustiantes necesidades de reconocimiento.

Curiosamente en estos días, en que una buena parte de la ciudadanía hace oposición activa en redes sociales y se manifiesta sistemáticamente en contra de las políticas y declaraciones del presidente y su pandilla, varios de los legisladores, de los que se suponía se podía esperar algo, han dado muestras de frivolidad, irresponsabilidad y franco valemadrismo por cualquier cosa que no sea salir en la foto o participar activamente en la difusión de algún meme. A la hora de las votaciones no se presentan. Es el caso de, entre otros, los siguientes senadores y senadoras denunciados en los medios por ciudadanos opositores: Lilly Téllez, Josefina Vázquez Mota, Miguel Osorio Chong, Miguel Ángel Mancera, Claudia Ruiz Massieu y Beatriz Paredes. La votación era para citar a dos titulares de secretarías respecto de la deforestación en el sureste. La oposición perdió por dos votos.

El caso de Lilly Téllez es de llamar la atención. Hace apenas tres años era una ferviente seguidora de AMLO. Ahora es una de sus visibles detractoras. Con capacidad histriónica, ha logrado colocarse en un lugar protagónico dentro de ese museo de la mediocridad que es nuestra oposición. Tres días antes había distribuido una foto con el dirigente del PAN, Marko Cortés –un hombre que, a falta de personalidad, se pone unos tenis blancos para llamar la atención en las fotografías–, anunciando su ingreso como militante de ese partido. Después puso un tuit en el que dejaba en claro que podía lanzarse a la candidatura presidencial, si así lo llega a considerar. Después faltó a su trabajo. Alegó que tiene siete hernias y por eso se ausentó. Después dijo que su voto no hubiera detenido la devastación de la selva. Ese es el sentido que le ve a su trabajo: no tiene caso hacerlo. La de la señora Téllez parece de esas candidaturas que no han despegado y ya se cayeron.

La señora Vázquez Mota es ya de un cinismo que raya en lo grotesco. Su récord de faltas es sorprendente. La ausencia pasada alegó que estaba mal de salud. Ciertamente nunca se ha visto como roble, pero, si está tan mal de salud, que deje en el cargo a su suplente para que vote mientras ella se recupera de sus dolencias y carencias.

De los priistas no se podía esperar gran cosa, pero se olvida que tienen una gigantesca capacidad para desilusionar. Resulta que estaban en junta y que no les dio tiempo de llegar. Seguro cuando eran niños decían que no hicieron la tarea porque no tenían pluma. Osorio Chong fue quizá el hombre más poderoso el sexenio pasado. Hoy alega que “estaba en junta”. Miguel Ángel Mancera responde a su vocación de fantasma, así que nada sorprende.

Los ciudadanos quejosos tienen razón. Cuando se les necesita no están. Y con esta oposición no se cuenta. Habrá que ir con los que sí quieren. Una cosa es clara: a pesar de ellos, la ciudadanía seguirá construyendo oposición. Son opositores en busca de candidato.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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