En el gabinete de AMLO hacia fuera todos están callados como momias (presidente dixit), pero hacia adentro priva el navajazo y la pedrada como bien dejó documentado Carlos Urzúa con su renuncia y su entrevista con Hernán Gómez.
Todo parece indicar que el encono, la pelea, el señalamiento y la descalificación serán marcas de este sexenio. Bandera del presidente es la descalificación del adversario venga a cuento o no. El ambiente político va desde la intriga hasta la cárcel. No suena bien. Parece que habrá poco pan (en lo que significa alimento, economía, crecimiento) y mucho circo (descabezados, política del patíbulo, eliminación del contrario en cualquiera de sus formas). Todo parece ser una gigantesca lucha en lodo.
En Morena, el pleito intestino es cosa de todos los días. Toda vez que la oposición vive corrupta, adormilada y su importancia es casi nula, lo que suceda en la organización de López Obrador cobra relevancia, pues esos son los verdaderos pleitos por el poder. Yeidckol, que no se cansa de decir sandeces todos los días, enfrenta a Monreal y un contingente nada despreciable de militantes que quieren hacerla a un lado de la directiva del partido y, si pueden, de la vida política mejor aún. Las descalificaciones van de un lado para otro, lo que quiere una, el otro la rechaza abiertamente. No hay medias tintas, es el pleito por el partido en el poder.
El gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla, del partido Morena, decide comprar a los diputados de oposición porque él tiene dinero y es millonario, de esa manera pretende quedarse a gobernar por más del doble del periodo para el cual fue electo. En su contra salen compañeros de su propio partido –lo que es loable–, como Tatiana Clouthier, y señalan la barbaridad que quiere cometer su compañero. Porfirio Muñoz Ledo, diputado por Morena, alerta sobre el golpe del recién electo gobernador, que manda a su mano derecha, el expriísta Amador Rodríguez, a descalificar a Porfirio por beodo, ya que seguramente lo entrevistaron “luego de celebrar el día del abogado”.
En el gabinete de AMLO hacia fuera todos están callados como momias (presidente dixit), pero hacia adentro priva el navajazo y la pedrada como bien dejó documentado Carlos Urzúa con su renuncia y su entrevista con Hernán Gómez. Las diferencias son mayores de lo que pensábamos, la división sí existe y el Presidente no se detiene para decirle “neoliberal” a cualquiera que se aparte de sus dictados, por más cercano que sea. Urzúa no vaciló en tachar a varios de los que rodean al Presidente de ignorantes, incompetentes y de tener como norma la improvisación, además de incurrir en conflicto de interés por parte del jefe de la Oficina de la Presidencia. Ni más ni menos.
Las secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, saca un tuit en el que dice que en el gobierno de AMLO no habrá intocables y nadie puede tener conflictos de interés. Esto en alusión a la renuncia del superdelegado en Jalisco, Carlos Lomelí. El señor Lomelí fue nombrado por AMLO, a pesar de los públicos señalamientos que había en su contra. El marido de la secretaria, un académico de boca suelta y cerebro revuelto, anuncia la exitosa investigación que encabeza su esposa en contra del militante de Morena Carlos Lomelí. El problema es que la investigación no había sido pública y nadie conocía nada, ni siquiera el señalado por el matrimonio. Un destacado y despreciable militante de Morena, el monero Hernández, le indica a la secretaria que está promoviendo su imagen, a lo que la señora contesta que parece que su trabajo y el avance le duele “hasta a los amigos”. Mientras tanto el marido de la señora Sandoval acusa que la multicitada entrevista, realizada por el criptomorenista y defensor de AMLO, Hernán Gómez, fue hecha por un “conductor de Televisa”, que es la calidad que le merece el señor Gómez.
En otros lares, el PAN anuncia la expulsión de siete diputados de ese partido en Baja California por venderse a Morena. Y bueno, qué decir de los peñistas que apresuradamente cavan solitos su tumba ante la satisfacción nacional.
Lo dicho, este sexenio se perfila para ser una gigantesca lucha en lodo.
Te puede interesar: BC podría ser la tumba de la democracia
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com