Pedro Salmerón ha sido denunciado públicamente por quienes tuvieron la desgracia de ser sus alumnas, pero también por sus compañeras de partido.
El nombramiento de Pedro Salmerón como embajador en Panamá es uno más de los despropósitos de este gobierno. Qué necesidad tiene el presidente de ponerse a defender a un acosador de estudiantes, un teporocho, un pobre diablo, un tipo depravado incapaz de controlar impulsos primarios, un acomplejado violento y resentido. Ninguna, pero en ésas está: a la defensa de un desequilibrado.
Se entiende que el presidente defienda a la extorsionadora de Delfina, al inútil de Cuitláhuac y a otra serie de papanatas que lo rodean. Son sus compañeros de travesía y en eso es inevitable gastar el capital político que tiene. Pero derrocharlo en salir a hablar a favor de una bazofia como Salmerón no tiene sentido. Incluso, el propio nombramiento revela que no lo tienen en gran estima como para llevar a cabo las relaciones complejas del gobierno mexicano.
“La mejor política exterior es una buena política interior”, decía el candidato López Obrador en un juego de palabras bastante simple y que, más bien, revelaba el miedo que le tiene al mundo y la falta de definiciones que siempre ha tenido respecto de la relación de México con el exterior. El presidente se ha escondido del mundo lo más que ha podido. Ha viajado y se ha pronunciado sobre lo que ha sido verdaderamente inevitable, que es la relación con Estados Unidos, su cambio de presidente, el acuerdo de libre comercio. Lo demás han sido coqueteos infames con los gobiernos bananeros latinoamericanos e insultar a los españoles de manera sistemática (por cierto, que España no ha dado su beneplácito al nombramiento del priista Quirino Ordaz como embajador en esas tierras. Es evidente que le están cobrando al Presidente sus groserías e insultos).
De unos meses a la fecha, López Obrador ha querido hacer de las representaciones en el exterior una especie de recompensa a sus negociaciones políticas. Gobernadores del PRI ceden sus estados a Morena a cambio de que no los persigan y como garantía el presidente los nombra diplomáticos en otro país. Se entiende. Los presidentes, no solamente en México, hacen nombramientos políticos y de interés para ser presentados en el mundo. Lo curioso del tema es a quiénes ha seleccionado AMLO para que lleven su imagen y representación. Destacan, sobre todo, priistas que ni siquiera han renunciado a su partido, algunos activistas y el deplorable personaje de Pedro Salmerón.
Este sujeto ha sido denunciado públicamente por quienes tuvieron la desgracia de ser sus alumnas, pero también por sus compañeras de partido. Un caso notable es el de la señorita Estefanía Veloz, una joven que no destaca por su ecuanimidad, pero que se ha dedicado a defender de cualquier manera en todos los medios posibles al gobierno de López Obrador. Está bien, militantes como ella necesitan los partidos. Resulta que Veloz, en un tuit del 11 de septiembre de 2020, alertaba sobre la conducta del pervertido Salmerón: “Les cuento que en el 2017 nos juntamos ocho compañeras del partido para ponerle una queja a Pedro Salmerón por acosador. Resulta que en todos los estados que visitó durante campaña acosaba e insultaba (públicamente) a quienes lo rechazaban. El partido sabe quién es Pedro”.
Más allá de que el presidente ponga la cara por este rufián, la pena con Panamá y los panameños nadie nos la va a quitar. Ojalá muy pronto sepan la calaña del sujeto que les caerá por allá. Disculpas de ante mano, pero así es nuestro gobierno.
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