¿Qué hará el presidente en Estados Unidos? Pues pocas actividades. No quiere tener problemas como los que tuvo la última vez que estuvo en Nueva York y fue confrontado por unos paisanos.
Mucho se ha comentado sobre la utilidad del viaje de López Obrador a Washington, DC, donde el día de hoy tendrá una reunión con el presidente Trump en la Casa Blanca. Tendrá también una cena con empresarios de ambas naciones, quizá tenga un encuentro con la prensa y haga algún par de cosas más antes de ir a dormir a la residencia oficial y el día de mañana regresará a su tierra querida.
Es de todos conocido el famoso –y muy nuestro– síndrome del Jamaicón, que recibe ese nombre por el jugador de futbol que siempre que viajaba al extranjero, la nostalgia lo devoraba y su desempeño era muy pobre, él sólo podía sentirse a gusto en su tierra. El presidente López Obrador es una suerte de Jamaicón Villegas. No le gusta el mundo, no le gusta viajar, es temeroso de lo que hay afuera. Constantemente advierte que no hay necesidad de viajar, de salir, que aquí se está bien y que aquí tenemos todo. En más de una ocasión ha hecho alusión a la película de El Padrino. Según él los hijos de Don Corleone fueron mandados a estudiar en “universidades en el extranjero” y entonces “aprendieron malas mañas”. Por supuesto que eso no pasa en El Padrino, pero como sucede con el presidente sobre muchas cosas en la vida, él tiene otros datos y en la película que él vio eso pasaba.
No ha de haber sido fácil la decisión de ir a saludar a Trump. En el fondo el presidente y su equipo saben que no ganan nada pero que perderían más si no van. Si Trump los ha ayudado en diversas ocasiones, ha llegado el momento de pagar porque el ‘hombre naranja’ lo necesita precisamente en este tiempo. Han inventado lo de la firma del tratado para tener un pretexto para justificar el acto de vasallaje. No ha de ser sencillo tener que mantener relaciones con los presidentes de Estados Unidos siendo sus vecinos y con el actual debe ser una verdadera pesadilla. Pero haber creído que se podía contemporizar con él, que se le podía ‘domar’ (problema que también tienen con la pandemia) con la popularidad nacional, fue un grave error. Y en política, todo se paga. AMLO no hace hoy en Washington nada que no sea pagar por los favores recibidos. Todos los presidentes gringos exigen, ayudan y las cobran caro, pero López Obrador cree –a saber por qué– que él tiene que ser la excepción en todo y le tocó lidiar con el peor. En la política, como en la vida, la suerte también importa.
¿Qué hará el presidente en Estados Unidos? Pues pocas actividades. No quiere tener problemas como los que tuvo la última vez que estuvo en Nueva York y fue confrontado por unos paisanos. Seguramente esquivará a la prensa, si a la de aquí la detesta, la de allá le ha de parecer insoportable. No hará conferencias o encuentros en los que pueda tener algún tipo de cuestionamiento sobre sus políticas públicas. Es tan claro que va a la fuerza que quiere dejar una señal de que nada más va a lo que se le pidió. Por otro lado, es imposible saber qué sucederá. Hay quienes temen un megaoso. Trump y AMLO son, en materia diplomática, una mezcla de los Mascabrothers con Dumb and Dumber, así que las hipótesis están abiertas. Sin embargo, se ve difícil que, fuera de algún dislate –que es parte de la normalidad del lopezobradorismo–, pase algo a mayores. Quizá la residencia y la sede de la embajada le parezcan muy lujosas e innecesarias y ordene venderlas con todo y computadoras. Queda esperar las peripecias de andar viajando en vuelos comerciales con escalas, pero bueno, Miguel Hidalgo no tenía avión y Juárez tampoco.
Te puede interesar: Hablar de López Obrador
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com