Exhibir a los diputados de oposición no será tan gravoso para quienes sean mencionados. De un tiempo a la fecha los insultos del presidente se están convirtiendo en prendas de honor para los opositores.
El presidente amenaza con exhibir a quienes voten en contra de su propuesta de reforma en materia eléctrica. Es una manera bastante chafa de llenar de contenido sus conferencias mañaneras, pero se entiende que ‘a la mitad del camino’ ya no se puede decir mucho. Casi todo lo que dice es previsible, incluso sus barbaridades ya forman parte del paisaje cotidiano.
Exhibir a los diputados de oposición no será tan gravoso para quienes sean mencionados. De un tiempo a la fecha los insultos del presidente se están convirtiendo en prendas de honor para los opositores. Exhibición que hace López Obrador significa aplausos y reconocimiento del otro lado. Muy al contrario de a principios de sexenio, cuando salir en la mañanera era una condena pública, la antesala de la cárcel, la humillación más grande, el señalamiento con el dedo flamígero, ‘la letra escarlata’ en versión tabasqueña.
Como todo, los insultos y agresiones desde la plataforma presidencial han sufrido un desgaste. Tienen eco, se conocen, pero su efecto ya no es el mismo y en algunos casos es contraproducente. Como ya hemos comentado, a fuerza de señalar y de estigmatizar, el presidente crece a sus enemigos, les da alas, los coloca en el podio. No tiene filtros en absoluto, lo mismo responde a una intervención en el Legislativo que a un insulso tuit, le da igual. Lo mismo se mete con un encumbrado que con un devoto de la corriente de los optimistas.
En estos días la figura de la senadora opositora Lilly Téllez creció gracias a la tozudez presidencial. Basta que el presidente dirija las baterías contra alguien para que ese alguien reciba el apoyo generalizado de la oposición. Así que cuando el presidente anunció que exhibiría a los legisladores que no aprobaran la reforma, ya tiene una buena fila de opositores solicitando la inscripción en la lista de la supuesta ignominia.
Sin embargo, eso no significa que todos reaccionen de la misma manera. El presidente sabe que los legisladores son sensibles a las amenazas y que, por lo general, tienden a cambiar sus votos por los favores presidenciales, ya sea en forma de impunidad, de depósitos o bolsas de papel estraza que es lo que se usa en Morena en una de sus expresiones de austeridad. Pero más allá de eso, es claro que el presidente ha utilizado de manera abierta la amenaza en contra del PRI: o con Cárdenas o con Salinas. La salvación con la mano que ofrece el presidente, o la humillación con el garrote que también ofrece el presidente.
Es un buen reto para el priismo. Es una definición pública en la que van a dejar muchas cosas en claro. Y es que la mezcla en el PRI sí está entre liberales y estatistas, pero también entre gente mezquina de conducta primitiva –como Rubén Moreira o Alito– o personajes de visión moderna como Claudia Ruiz Massieu o Ildefonso Guajardo. Va a estar bueno.
Las advertencias del presidente –que incluyen llamar a quienes voten en contra de su proyecto traidores a la patria– son el anuncio de lo que viene. Un tour hablando de sus enemigos, de los conservadores, de los que detienen al país, de los que no lo dejan gobernar, de los malos aliados a los intereses internacionales, los enemigos del pueblo. A falta de resultados, vienen las amenazas.
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