“Mientras que el medio natural de un pintor es la pintura, el de un político es el tiempo, porque debe adaptarse continuamente a sus cambios repentinos, inesperados y brutales”.
El encierro ayuda a las lecturas. Ahora que el ambiente político entrará en efervescencia, conviene acercarse a algunas reflexiones. Michael Ignatieff es un pensador que incursionó, con malos resultados, en la política. Aquí algunos subrayados de sus memorias.
Fuego y cenizas (ed. Taurus) es el título de las originales memorias políticas del historiador y prestigiado intelectual canadiense. Es común encontrar en los libros escritos por políticos una alabanza a lo que hicieron, una justificación de lo que no les salió y una constante como falla: la autocrítica. El canadiense decidió hacer un libro diferente, uno que pudiera servirle a un joven que inicie su carrera política. Narra con sencillez su aventura reciente, que concluyó en un fracaso mayúsculo, en las actividades políticas: sus triunfos y sus amargas derrotas, la quiebra de su ingenuidad y la sorpresa de un mundo que pensaba, desde su cubículo, más manejable de lo que en realidad es. La franqueza de Ignatieff es agradecible desde cualquier ángulo, y la política, como toda actividad universal, es muy similar sea en Canadá o nuestro país. Dejo a los lectores con algunos subrayados y, ojalá, se decidan a leer el libro completo.
“… disfruté de grandes momentos de felicidad al pensar que iba a ser capaz de hacer grandes cosas por los demás y ahora vivo con la pena de que nunca seré capaz de hacer nada. En resumen, viví esa vida. Pagué un precio por lo que aprendí. Perseguí el fuego del poder y contemplé cómo la esperanza quedaba reducida a cenizas”.
“La política pone a prueba tu capacidad de conocerte más que cualquier otra profesión que yo conozca”.
“Francamente, no creo que las ambiciones enfrentadas puedan reconciliarse nunca, ni siquiera entre amigos”.
“Mientras que el medio natural de un pintor es la pintura, el de un político es el tiempo, porque debe adaptarse continuamente a sus cambios repentinos, inesperados y brutales”.
“En realidad, aún no había comprendido que, en política, las explicaciones siempre llegan demasiado tarde. Nunca debes dar explicaciones ni quejarte. Como mucho, si eres afortunado, podrás vengarte”.
“Al entrar en política debes renunciar a la espontaneidad y a uno de los placeres de la vida: decir lo primero que se te viene a la cabeza. Si quieres sobrevivir, debes colocar un filtro entre tu cerebro y boca. Cuando las palabras son armas y pueden volverse contra ti, expresarte libremente es un lujo que no puedes permitirte”.
“El descenso en el número de personas que se identifican como miembros del partido subraya un cambio general hacia un electorado más individualizado y volátil. Incapaces de ofrecer más que una lealtad disminuida, los partidos están perdiendo su capacidad de orientar el voto hacia sus candidatos”.
“En la política de baja calidad que debemos soportar, el objetivo explícito del ataque es evitar el debate, para evitar los riesgos inherentes al libre intercambio de ideas. Una vez que has negado a la gente el derecho a ser escuchada, ya no tienes que refutar lo que dicen. Sólo hay que ensuciar lo que son”.
“Uno de nuestros más distinguidos diplomáticos, Robert Fowler, dijo que nuestro partido había perdido su alma. Ya no defendíamos nada, y los años en el poder nos habían corrompido”.
“No existen técnicas en la política; no es una ciencia, sino un arte carismático, dependiente de la capacidad de persuasión, de la oratoria y de una perseverancia a prueba de bombas, todo lo cual puede aprenderse en la vida, pero no enseñarse en un aula o en el despacho de un consultor”.
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