Yo digo mis sermones todos los días, les digo que deben hacer el bien y no el mal. Ya bendije y multipliqué los tlacoyos y los jugos de caña.
El primer día, Dios creó Macuspana, el edén. Florecía todo en el paraíso y todos los animales convivían entre sí. Los siguientes días creó diversos institutos para el bienestar de la población y para devolverle a Eva lo robado. El último día, creó Dios el avispero. Entonces llegó Calderón, le pegó al avispero y todos los males cayeron sobre la Tierra. Y vio Dios que eso no era bueno. Entonces decidió mandar a su hijo Andresito para arreglar los problemas. Le dio todos los poderes, como a ningún otro, y lo puso entre los hombres.
Los días y los años pasaron y vio Dios que no sucedía nada y Andresito no se reportaba. Mandó el Señor un ángel para que citara a su hijo en el Cofre de Perote. Hasta allá llegó el hijo al encuentro con el padre.
–Andresito, dijo Dios, ¿qué ha pasado? ¿Por qué los males se han agravado?
–Es de queeeee, con todo lo que hicieron Caín y Moisés y todos esos, me dejaron un cochinero. Deberías de ver, o sea, es de que no hay manera con el tiradero.
–Lo entiendo, pero tú dijiste que querías arreglar las cosas.
–Bueno, sí, pero no me confundas con ellos porque no somos iguales. Eso sí calienta porque…
–Cómo crees que pienso que son iguales, si tú eres mi hijo amado.
–Amor y paz. Es lo que digo yo, pero de veras que no sabes cómo dejaron esto.
–Yo todo lo veo y ya deja de decirme que te dejaron todo patas para arriba, porque para eso te mandé.
–Sí, pero es que me dejaron un cochi… –Yaaaaaaa.
–Perdón, pero antes no decías nada ¿verdat? Cuando estaban los mercaderes en el templo y lo de Herodes que mataba niños, cuando todo era como Sodoma y Gomorra, entonces callabas como momia.
–No me hables así, que nosotros de verdad no somos iguales.
–Sí, claro, ya no voy a decir nada del pasado, entiendo que toca decidir… pero Calderón le pegó al avispero.
–Ya cállate, Andresito. ¿No serán los que escogiste como apóstoles y apóstolas? Yo los veo medio atarantados.
–Lo importante para mí es la honestidat. A lo mejor a algunos les pusiste aserrín en la cabeza, pero que no roben y que no mientan porque eso no lo aguanto.
–¿Y qué vas a hacer con Judas Bartlett? Escóndelo en una de sus casas.
–Naaaaaaa, ese es un compló de los romanos. Quieren que lo cambie por Barrabás Collado, pero no voy a negociar con el corrupto de Pilatos.
–Pero bueno, haz un milagro, algo, con los poderes que te di.
–Voy a poner un aeropuerto en lugar imposible, que ni los aviones van a poder aterrizar. Son hombres de poca fe, pero haré mi aeropuerto. Ha sido un verdadero calvario porque los romanos no querían, pero ya lo voy a inaugurar.
A Enrique lo que es de Peña y a Andrés lo que es de Andrés.
–El mal está esparcido por todas partes, qué harás con eso.
–Es de queeee no entienden, ya hablé con sus mamás de los delincuentes para que les digan algo, ya les dije fuchi, guácala, y no, ni con mi palabra entienden. Yo creo que es una obra del diablo.
–Andresito, hijo, es que así no se puede…
–Claro de que sí. Yo digo mis sermones todos los días, les digo que deben hacer el bien y no el mal. Ya bendije y multipliqué los tlacoyos y los jugos de caña. Además, le vamos a exigir a Egipto que se disculpe y que nos den en usufructo las pirámides con todo y momias y vamos a perseguir a los romanos que crucen la frontera.
Entonces Dios se acordó de aquel día en que dijo: voy a mandar a Andresito, ¿qué puede salir mal?
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