La derecha y la izquierda se han traslapado: lo que hacía una lo hace ahora la otra. Quienes pertenecieron a uno u otro bando en el pasado ahora ven asombrados cómo les quitaron el lugar los del bando contrario y con sus propios argumentos. Parte de los nuevos tiempos a los que más vale empezar a entender. Al respecto, el historiador argentino Pablo Stefanoni escribió un libro titulado ¿La rebeldía se volvió de derecha? (Ed. Siglo XXI), en el que analiza esos traslapes ideológicos que han llevado a muchos a la confusión. El libro vale la pena, está bien documentado y arroja luces sobre varios movimientos. Aquí unos subrayados.
“En las últimas décadas, en la medida en que se volvió defensiva y se abroqueló en la normatividad de lo políticamente correcto, la izquierda, sobre todo su versión ‘progresista’, fue quedando dislocada en gran medida de la imagen histórica de rebeldía, la desobediencia y la transgresión que expresaba. En otras palabras, estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla”.
“… es verdad que el progresismo se quedó cómodo dando su batalla en ‘la cultura’, en sus zonas de confort morales y su adaptación a un capitalismo más hípster, además de sentirse agobiado, a menudo, por cierto ‘peso de la responsabilidad’ que lo obligaba a dar cuenta de lo complejo que es todo mientas pierde gran parte de su mística política”.
“Quizá sea el momento de prestar más atención a las derechas, de analizar algunas de sus transformaciones y de indagar en el ‘discreto encanto’ que, en sus diferentes declinaciones, pueden ejercer sobre las nuevas generaciones. Hay, en general, cierta pretensión de superioridad moral del progresismo que le juega en contra en el momento de discutir con las derechas emergentes; por una simple razón: porque la izquierda dejó de leer a la derecha, mientras que la derecha, al menos la alternativa, lee y discute con la izquierda”.
“Pero también se modificaron los actores que cumplen una ‘función intelectual’ y contribuyen a crear sentido común. Si en el pasado los maestros, sindicalistas o periodistas entraban en esa categoría, hoy los primeros perdieron protagonismo, los segundos quedaron atrapados en una dimensión cada vez más corporativa y los terceros compiten con los activistas virtuales que luchan a brazo partido por la interpretación del mundo”.
“… resulta interesante analizar cómo es que la izquierda fue quedando en el lugar de lo políticamente correcto y la derecha se apropió del campo opuesto”.
“… la entrada de las derechas radicales al juego democrático fue presionando a las derechas más moderadas a radicalizarse sobre algunas temáticas para evitar la migración de los votos hacia las fuerzas inconformistas”.
“En el nuevo modelo de la derecha radical moderna, el referéndum de iniciativa popular parece ser el medio de devolver al pueblo llano un poder confiscado por Estados sin soberanía y élites corruptas”.
“La derecha vendría a desafiar la corrección política y a combatir a la ‘policía del pensamiento’; la izquierda defendería el reinado de una neolengua con términos prohibidos para evitar que la verdad emerja de la superficie”.
“Frente a los rápidos cambios en el capitalismo global, lo que muchos electores valorarían no serían las promesas de más cambios bruscos (socioculturales ), sino formas de volver a tomar el control de sus vidas, lo que en palabras del ‘posliberal’ británico David Goodhart, fundador y editor de Prospect, remite al fortalecimiento de comunidades emocionales, que van desde la familia hasta el Estado-nación”.
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