Como si faltara una muestra de que en el país las cosas funcionan al revés, el propio López Obrador hizo público hace unos días su reconocimiento al crimen organizado porque a la gente que labora en el gobierno los identifican en los narcorretenes y los dejan pasar. Para el Presidente eso es un símbolo de respeto a la autoridad. Los reconocen, “como usan un chaleco, ya los identifican y los respetan”.
Qué lindos son los narcos, de veras. Ojalá les hagan más canciones y tengan un programa infantil o algo por el estilo. Respetan a los que trabajan en el gobierno de López Obrador y eso hace sentir muy contento al déspota de Palacio. Uno se puede imaginar al Presidente sentado en Palacio feliz de la vida.
-”Nos respetan los narcos” –se ufana–. Soy tan bueno que hasta los narcos me quieren –reflexiona el Presidente mientras se embute un pambazo con salsa verde espolvoreado de quesito–. Y es de que a los otros ni los respetaban; o sea, imagina, le dice a alguno de sus comensales, que Peña hubiera querido cruzar un retén de narcos pus lo matan. Le vacían la pistola.
-Ehs que chi pechidento –dice Monreal con la boca llena de tamal de elote–. Perdón por el eructo, es de que los narcos tienen palabra y si dejan pasar a su gente es porque lo respetan. Gracias por invitarme de nuevo a estos desayunos, Presidente. ¿Necesita una boleadita en el zapato, una encerada al coche?
-Eso sí –tercia el general Sandoval–. La verdad es que si pertenecen a otros grupos pus sí se los ajustician, pa qué más que la verdad. Quiero decir que hay un blindaje del narco a los Servidores de la Nación, en el buen sentido, claro. Varios de ellos son mis vecinos en mi nuevo depa. Varios de los narcos, claro, no se vaya a pensar que de los servidores esos, que la verdad ni los topo. Nunca los he visto en Italia ni por ahí.
-Imagina –continúa el Presidente mientras pone frijoles en unos totopos que se lleva a la boca ávidamente– que llega Calderón al retén y pus no lo respetan. Punto. Los narcos no lo respetarían por violento, fíjate lo que te digo. ¿Me criticaban porque lo de los abrazos no iba a funcionar y qué pasa ahora? Nos respetan a los del gobierno. ¿Entonces por qué los voy a matar, qué caso tiene? Respeto con respeto se paga.
-Es que algunos se quejan de que entonces, si no eres del gobierno o no tienes tu chaleco que te identifique como del partido, pues entonces corres mala suerte –se aventura a decir alguien–.
-Es de que eso es lo que está mal –advierte el Presidente–. Siempre hay que estar con el gobierno. O estás o no estás. Esto es la transformación y no admite medias tintas. O tienes chaleco o no lo tienes. Fíjate qué gran lección nos dan los criminales –que también son seres humanos y también son mexicanos, cómo de que no–: tu vida depende de que estés con el gobierno. Más claro ni el agua.
Así de placentera ha de transcurrir la vida de nuestro señor Presidente, maravillado del respeto que gana entre sus gobernados. Muy pronto nos sorprenderá con el gran apoyo que le tienen los pederastas o el reconocimiento que le manifiestan los multihomicidas. Cada quien se gana el respeto que se busca.
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