¿Qué pasa en México?
Algo está pasando en diversos lados que las elecciones ya no se deciden por el aspecto puramente económico. Sucede que en distintos países lo que gana elecciones, puestos de poder, presidencias, es la oferta de hacer política de manera diferente. La economía, con que sea estable, no preocupa mayor cosa. Lo que irrita a los ciudadanos es la corrupción, el abuso, el ver las mismas caras de esas aves de rapiña del Presupuesto en que se han convertido la mayoría de los políticos.
Andrea Rizzi, en una artículo el sábado pasado (El País02/06/18), dice que “los mensajes que envían en estos días Italia y España, y señales recientes procedentes de las dos potencias occidentales, EE UU y Alemania” hacen a un lado aquella famosa frase de Bill Clinton en su campaña de 1992: “Es la economía, estúpido”, que rápidamente se colocó en todas las campañas en las que se repetía como mantra. Rizzi dice que lo económico, si bien se trata “de un factor importante, tampoco conviene sobreestimarlo”. Y menciona datos como el de Italia, donde acaba de ganar “la coalición populista conformada por Movimiento 5 Estrellas y Liga logró pactar la formación de un gobierno avalado por el presidente de la República”. Los datos económicos en aquel país son de récord en el número de trabajadores, el crecimiento es de 1.5 por ciento contra una reducción de 2.4 por ciento en 2012. En Alemania, la CDU que ha realizado el “notable hito de haber pilotado a su país en medio de la mayor crisis económica de Occidente en décadas con admirable fortaleza económica. Los electores alemanes se lo agradecieron con el peor resultado en siete décadas”. En Estados Unidos ya sabemos todos qué pasó y en España, Rajoy, que tiene un buen balance macroeconómico después de cómo tomó al país, fue echado el viernes pasado por escándalos de corrupción en su partido. Rizzi concluye: “La economía, claro, importa. Pero la política –ese peculiar arte social que ofrece el proscenio a los más notables y mezquinos instintos del ser humano– quizá importa más aún”.
¿Y qué pasa en México? Décadas de disciplina en materia económica, reformas de fondo recientemente realizadas que generan grandes cantidades de inversión; si bien no hay un crecimiento llamativo de la economía, se puede hablar de que es estable y que somos un país competitivo en el mundo. ¿Entonces qué pasa?
¿Por qué puede ganar un tipo que no entiende nada de economía, que ni siquiera paga impuestos, un personaje que viene del país del blanco y negro, que no entiende el mundo y que todo lo reduce a frases efectistas? Es la política, estúpidos. La gente está fastidiada de su clase política, por eso el PRI es repudiado al margen de que tenga un candidato preparado y con cartas de decencia pública notables en ese partido; el PRD ha sido rebajado en su aprecio popular y llega a niveles bajísimos que solamente por la negociación del Frente obtendrá un número de diputados; el PAN será castigado en todos los estados por su corrupción y por haberse diluido en una coalición amorfa. Porque estos partidos abandonaron la política y abrazaron el dinero.
Por eso el que ofrece una nueva manera de hacer política es el que va de puntero. Porque ya no se trata de ver quién construye un aeropuerto o quién sabe más de economía, habla más idiomas y conoce más el mundo. No. Se trata de quién promete ser honesto, no robar, tener nueva forma de decir las cosas, nuevos códigos de conducta de los funcionarios, nueva relación con la ciudadanía (rota hace mucho); se trata de quién es capaz de detenerse ante el dinero y hacer el bien, el que se pueda. Es la política, estúpidos.
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