Muy posiblemente las próximas conferencias del capitán longaniza serán con temas de difícil exposición conceptual.
Se sabía, era previsible: el presidente hablaría de la longaniza en su conferencia de prensa mañanera, ese espacio oficial para la acusación, el patíbulo, la gracejada y el despropósito gubernamental. Era una oportunidad magnífica para hablar de boberías y mezclarlas con su revanchismo político, que él no iba a desperdiciar.
Ya se sabe cómo empezó todo cuando un senador panista publicó una lista presupuestada para compras de la Presidencia –que sea un presupuesto oficial aunque no se haya comprado, no lo hace fake news– y las redes sociales hicieron lo que saben hacer: magnificar el asunto, mofarse por un lado de los compradores y por el otro defender al presidente como un tipo prudente en la compra de longaniza, por lo que ese presupuesto era un invento de los conservadores. Así están las cosas en el país, las discusiones del presidente son de esos temas. Es el capitán longaniza.
Llama la atención la cantidad de gente de cierta seriedad que participa en las discusiones tuiteras sobre el tema que sea: si fulanita es gorda, si aquellos se van a madrear, la longaniza que pensaba comprar presidencia y la sandez que se ofrezca diariamente. La denominada chairiza defiende a capa y a espada al prócer de cualquier cosa, hasta de la compra de longaniza. La institución presidencial advirtió que se trataba de un presupuesto –but of course– del gobierno anterior. Digamos que en más de un año en que ganaron las elecciones ni siquiera han podido hacer un presupuesto de lo que van a comer y hasta en eso dependen del gobierno anterior. Es preocupante.
Hace un par de días Jesús Silva Herzog Márquez en un artículo (Reforma 05/08/19) decía con precisión sobre esas conferencias: “El presidente divaga, vuelve a contar la anécdota que ha contado mil veces, repite por enésima ocasión algún fragmento de la historia de bronce que tanto le entusiasma. Machaca el manojo de sus frases fijas. Evade cualquier pregunta incómoda. Si aparece un cuestionamiento serio sobre sus responsabilidades de gobierno, el presidente huye con más descaro que habilidad. Sus evasivas se han vuelto francamente grotescas: quien cuestiona es borrado de inmediato como un interlocutor digno”. Por eso era inevitable para el presidente hablar de la longaniza: porque desvía la atención, porque le permite decir simplezas mientras la economía se estanca. Y, bueno, pues llegó la respuesta esperada en la conferencia de prensa: “Nos quieren medir con la misma vara. Ahora sacaron de que aquí en Presidencia íbamos a comprar chorizos de no sé cuánto dinero. Yo no como chorizos, lo digo con todo respeto, o sea, creo que es un alimento muy bueno, o sea, extraordinario; yo soy más de la butifarra de allá de Jalpa, se las recomiendo. Ya tampoco me gusta la moronga azul, no soy de la moronga azul. Entonces, no nos confundan”.
Queda claro que el presidente ha dicho que el chorizo es un alimento fuera de serie, que sus adversarios son de “moronga azul”, que él prefiere la butifarra y que por eso, entre otras cosas, no hay que compararlo con los de antes. Él no compra chorizo. La 4T avanza.
A saber qué temas saldrán para que nuestro presidente fije su postura ante los memes y los chistoretes colectivos. Muy posiblemente las próximas conferencias del capitán longaniza serán con temas de difícil exposición conceptual: ¿pican o no pican los tamalitos que vende Olga? ¿De dónde son los cantantes, son de la loma? Esos parecen ser los temas favoritos del presidente.
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