Personajes y estampas de ese México en blanco y negro que llega ahora a nuestras pantallas gracias al patrocinio de Morena, la esperanza de México.
No hay que apresurarse a definir la cuarta transformación como un viaje al pasado. Hay que esperar, digamos a febrero del siguiente año, y nos daremos cuenta de que en eso consistirá. No hay día en que el pasado no se haga presente con alguna figura. El México en blanco y negro se apodera del escenario, personajes que salen de ultratumba para colocarse en el nuevo gobierno, o salen de la cárcel también para manifestar su adhesión al movimiento.
Este viaje por el túnel del tiempo promete poner personajes de lo más disímbolo de nuestra vida política. Pero no solamente eso, también parece que algo cambiará sustancialmente en los modos, en las formas del gobierno que entrará en funciones el próximo diciembre. Ayer se presentó el Presidente electo con el equipo que le acompañará en las oficinas presidenciales. Por supuesto, ninguna mujer, eso ya es de una modernidad impensable, ya se les dieron algunas secretarías para que estén contentas y no den mayor lata. Incluso a la que será titular de Gobernación, se le están quitando áreas sustantivas, se le está descafeinando la dependencia para que no batalle mucho y más bien sea una cara amable y comprensiva. Porque eso de estar exigiendo espacios por todos lados y andar discutiendo a diestra y siniestra, son cosas de hombres. Faltaba más. Hay que poner las cosas donde estaban en las épocas del desarrollo estabilizador.
El equipo de transición dio ayer mismo una muestra de su capacidad de innovación. Diseñaron un escenario para las apariciones del próximo Presidente. Un escenario que parece salido de 1954, con unas fotos, por supuesto, en blanco y negro de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Cada quien puede interpretar si López Obrador se siente uno de ellos o si serán su faro y guía en el mandato que está por iniciar en unos meses. Siempre acompañado por personajes que parecen salidos de la tercera o segunda transformación, ayer el Presidente electo le dio un toque de realismo y modernidad a su comparecencia ante los medios, al presentar al nieto de Lázaro Cárdenas como uno de sus cercanos colaboradores.
Mientras la semana pasada fue nombrado como funcionario alguien que fue secretario particular del presidente hace cuarenta años, y en estos días el señor Jiménez Espriú se lamentaba de que vinieran tantos aviones, lo que obligaba a un nuevo aeropuerto, ayer mismo apareció rozagante y en libertad la señora Elba Esther Gordillo, que estuvo presa durante cinco años, y ahora goza de su vida libre. La señora recordó la suerte que tuvo de ser hija de una maestra rural que le heredó cientos de millones de pesos y una enorme cantidad de obras de arte. Esas maestras rurales se daban precisamente en la época en que varios de los miembros del flamante gabinete laboraban con Echeverría, con López Portillo y hasta con Salinas de Gortari. Son polvos de aquellos lodos. Personajes y estampas de ese México en blanco y negro que llega ahora a nuestras pantallas gracias al patrocinio de Morena, la esperanza de México. Un viaje por el túnel del tiempo.
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