México está por cambiar de presidente, uno que ha ocultado su venganza y disfrazado con rencor.
Cuando el Presidente que entra en funciones mañana dice “la venganza no es lo mío”, hay que esperar un par de minutos para que suelte algún insulto contra los que no piensan como él: hipócritas, fifís, golpistas o algún otro. Si la venganza no es su fuerte, parece que lo suyo sí es el rencor, y que de la mano con su grupo han hecho del resentimiento y la furia un lenguaje propio. Simplemente recordar que el hasta hoy Presidente electo negó a uno de sus hermanos públicamente hace un par de años. Así el equilibrio emocional.
Es posible que mañana sea el día del banderazo para el reparto de ponzoña a granel, para el ataque sistematizado de los derrotados – mexicanos y mexicanas que no les merecen ningún respeto por el solo hecho de pensar diferente, de decidir distinto. Todo parece indicar que se han aguantado durante el periodo de transición. La amenaza va tomando carta de naturalización en estos días. Ya se trate de empresarios, inversionistas, burócratas o gobernadores, algún tipo de amenaza se ha cernido sobre ellos en estas semanas.
La crispación tendrá su fiesta de coronación mañana. Llegamos a la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador en un ambiente áspero. El insulto es la nueva retórica nacional y al parecer es uno de los ejes del nuevo gobierno y su partido, empezando por el propio Presidente, pues sus agresiones verbales dan carta blanca a colaboradores y seguidores y estamos llegando a niveles insospechados. No conduce a nada bueno que los que detentan el poder –que se les dio por la vía democrática– se dediquen insultar a los demás.
Representante de la política cavernaria, el señor Jiménez Espriú se apareció en un terreno, de propiedad privada, con gente armada con machetes. Se peleó con la representante legal y le advirtió que regresaría el 2 de diciembre, que más le valía tener los papeles en orden. Un anciano en ejercicio legítimo de su patanería, pero un próximo funcionario que no tiene por qué amenazar a los ciudadanos.
El asunto de Paco Taibo es una clara muestra del ambiente que priva en el equipo gobernante. Que el señor Taibo es una porquería de persona, ya se sabía. Su dicho de hace unos días rebela no sólo la prepotencia del gobernante ramplón, sino del hombre miserable habitado por un rencor histórico que viene a descargar en momentos de triunfo. Es un macho primitivo, un misógino, un homofóbico y, seguramente, un acomplejado sexual. Pero ese hombre fue nominado para la empresa editorial más grande del Estado. Se preparó un cambio a la ley para que pudiera tomar el puesto. La respuesta fue el insulto procaz, el intento por humillar. Es, quizá, una de las expresiones más acabadas de lo que viene: la agresión, la leperada, la espuma en la boca.
Hace unas semanas en la Cámara de Diputados se registró lo normal: un enfrentamiento entre legisladores de Morena y la oposición. Como era cumpleaños del Presidente electo, las diputadas de su partido decidieron entonar “Las mañanitas” para restregárselas en la cara a los de oposición. “Las mañanitas” como himno de la venganza y el coraje. Las caras de las cantantes eran sorprendentes, nunca nadie había cantado “Las mañanitas” con tanto odio, destilando rabia. En esas estamos.
De cualquier forma, mañana será el inicio de una nueva época para el país. Ojalá sea para bien porque ese fue el deseo de la mayoría de los mexicanos. Ojalá lo que venga sea verdaderamente nuevo en el sentido que debe ser. No importa cambiar de estilo, de élites, se entiende que eso se pidió en el voto. Pero ojalá los llamados al rencor no vuelvan a salir de la boca del Presidente. Buena suerte para él y para todos. México es grande y hay que estar a su altura.
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