Tanto poder en las manos de López Obrador sobre México lo ha llevado a decidir quién existe en nuestro país.
Normalmente el poderoso comienza siendo amado, pasa a ser temido y termina por ser odiado. No pasa todo el tiempo, pero es casi una norma. Los excesos del poder van de la mano con la intolerancia. La aceptación del otro, del que piensa diferente, no es el fuerte de este gobierno. En sus conferencias multitemáticas, el presidente se da el lujo de amenazar, descalificar y adjetivar a sus gobernados. Es una clara expresión de su temple autoritario. Sus subordinados tratan de imitarlo, sin éxito porque carecen del carisma, pero hacen lo que consideran necesario para satisfacer el ánimo pendenciero del jefe.
Ayer, dos columnistas se ocuparon de esta actitud gubernamental. Carlos Puig, en Milenio, escribió sobre el derecho de réplica de la 4T que es muy parecido a la venganza, y Raymundo Riva Palacio, en este periódico, hizo un recuento de las injurias públicas que ha recibido el señor Guillermo García Alcocer por parte del presidente y de algunos de sus colaboradores. Al osar criticar al presidente, el funcionario mereció una andanada propia de Mao y Pol Pot. El presidente habla de purificar y la antítesis de esa purificación es el presidente de la CRE. Dice Riva Palacio que “la persecución de García Alcocer y su familia, la destrucción de su fama pública y su estigmatización como corrupto es un camino que hay que observar porque se va a repetir…” El sexenio no será fácil en materia de libertades, finaliza el articulista.
En sus memorias, François Mitterrand dice respecto del suicido de uno de sus excolaboradores –Pierre Bérégovoy– “La eliminación por asesinato, por accidente, por envenenamiento, por encarcelamiento, no es tan diferente de algunas campañas contemporáneas. En los casos de Salengro o de Bérégovoy, ante tanto encarnizamiento sólo se puede hablar de asesinatos. Y si las víctimas no se suicidan, se encuentran otros medios para eliminarlas: se ha inventado la eliminación no física, sino política del adversario. El aniquilamiento mediante algún affaire, una trampa organizada, una filtración o campañas de prensa muy bien ejecutadas”. Y concluye: “…se trata de matar, siempre, directa o indirectamente. Hay que matar al adversario. Una constante de la historia…”
Hace unos días en Twitter, la red social del odio y la discordia política, un grupo de mujeres decidió organizarse bajo una firma: HijasdelaMX. Se trata, dicen, de un colectivo femenino apartidista que se mueve por amor a México y quieren un mejor país. De lo que se puede ver en sus cuentas son mujeres que no están de acuerdo con AMLO y con su gobierno. Lo cual me parece muy bien. La oposición no solamente está en los partidos, mucho menos en estos días de morenismo rampante. Algo hicieron que el gobierno se movilizó a intentar deshacerla a base de insultos en las propias redes. Por medio de sus líderes de opinión –los chayoteros de hoy– las han intentado ligar con Calderón –como si el expresidente fuera la única oposición a la 4T– y les niegan la posibilidad de ser apartidistas. No contentos con eso han creado un grupo de mujeres llamado madresdlaPatria para promover los “más altos valores” para dignificar a la mujer. Muy bien. Se vale. Al gobierno le duelen los esfuerzos que no controla con dinero y responde a ello. Ya se dieron cuenta de que no solamente es un individuo el que no está de acuerdo con ellos. Ante esto, un oscuro funcionario de la SFP –dependencia que persigue al presidente de la CRE– de nombre Jesús Robles Maloof escribió: “Ya revisé y tengo una opinión sobre las Hijas de la MX. Creo que tienen derecho a existir y no ser censuradas”. Saque usted sus conclusiones.
Así pues, que treinta millones de votos nos han puesto en la circunstancia de que la nueva clase gobernante nos dé permiso de existir o nos difame y aniquile en la plaza pública como hacen con García Alcocer. Es la eliminación del adversario de la que habló Mitterrand.
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