El PAN y los incentivos para perder

Es decir: renovarse o morir.



Quizá uno de los mayores problemas que enfrenta la renovación, refundación, reestructuración, reingeniería o como se le quiera llamar al proceso de sobrevivencia y flotación del PAN, sea el de cambiar una cultura que lleva asentada muchos años en su vida interna: el estímulo, los enormes incentivos que encontraban los panistas –hasta el futuro inmediato que se quedarán sin enormes cantidades de dinero– en la derrota.

Lo importante no era ser una figura ganadora o reconocida, sino alguien incrustado con puestos en la estructura y en los grupos parlamentarios. Alguien cercano al reparto de presupuestos y posibilidades de negocios, alguien con control “territorial de la estructura”, con control de padrón y de los votos de la militancia. Al final del día, hasta los poderosos del partido necesitaban ir con los dueños de la estructura a pedirles votos. Hay personajes que llevan más de una década ejerciendo esos puestos.

Ya nada importaron los debates en los que el PAN siempre destacó con grandes figuras, sino tener curules, puestos, moches, el control de las listas, cargos para “bajar recursos”. Por eso no es extraño que el PAN haya terminado en estos días con políticos tan mediocres, de bajísimo nivel. Hoy preside el PAN un hombre del que jamás se recordará un discurso, una idea, una defensa. Una de las figuras emblemáticas de ese transitar en el partido es Santiago Creel. Hombre cercanísimo a Madero, de quien fue enemigo acérrimo, se volvió tutor de Ricardo Anaya, operó la traición a Madero y terminó colocado en la campaña de Anaya como coordinador. Nunca se le vio en ningún debate, no acudió a los medios a defender a su candidato, estaba medrando en la sombra. Así ha ganado poder en el partido porque afuera es incapaz de ganar nada –salvo pleitos legales de la iniciativa privada. De hecho, pareciera que para que López Obrador pudiera ganar algo, era necesario que Creel ocupara un puesto relevante en la acera de enfrente: así fue en el 2000, cuando le compitió y perdió, y así fue este año en que era coordinador de la campaña de Anaya y ganó AMLO.

Por años los panistas aprendieron que era mejor que ganaran los adversarios para no tener jefes. Controlar el Congreso de oposición siempre era más cómodo, les permitía negociar ampliamente a su favor. La estructura del partido tenía más incentivos en perder que en ganar. Ganar no les gusta porque implica responsabilidades, por eso no defienden a sus gobiernos, les dan pena; prefieren comprar las críticas de los adversarios que defender lo propio. El incentivo para perder no tiene entonces que ver con una vocación por el pesimismo o un genuino gusto por el fracaso, sino por la gran cantidad de dinero y control político que generaba una derrota, mientras más cerrada mejor.

Hace muchos años se decía en el PAN que lo doctrinario era perder. Se decía siempre en la cámara: “ganamos el debate, pero perdimos la votación”. Pero la satisfacción era grande.

Ahora no hay de eso. El modelo Creel de medianía se ha impuesto: mejor agazapado que con responsabilidad. Y el modelo priista de operación política reinó durante años, porque no solamente se importó el modelo, sino también a los priistas. Lo último que ha llamado la atención del PAN son sus broncas internas: la salida de Margarita; los senadores del PAN contra Anaya; Anaya, Damián Zepeda y Calderón en intercambio de agresiones; el oligofrénico de Ruffo solicitando expulsiones; Javier Corral entregado al PRD; los señalamientos de priistas a los gobernadores panistas, y la palabra traidor girando alrededor de todos.

El panismo debe buscar incentivos en la política misma, en la vocación de servicio público, en la definición de su rumbo, en la reescritura de su ideario, en la satisfacción de dar la batalla pública, en adaptar sus principios, en el gusto por ganar con la palabra y en la libre militancia. Es decir: renovarse o morir.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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