El mamut entre nosotros

El logo del aeropuerto internacional Felipe Ángeles indica una masa amorfa, con unas letras de diseño básico, algo que parece un avión y un mamut al frente de todo.



La selección de un logotipo puede ser muy significativa. Sobre todo, si forma parte de una de las obras más importantes de gobierno como lo es un aeropuerto internacional. Un logotipo puede ser discreto, que no quiera transmitir nada más que la mera ubicación o el nombre y función, por ejemplo, de la obra en cuestión. Es una marca. Los logotipos de productos/empresas como Coca Cola o Marlboro son conocidos en todo el mundo, forman parte del paisaje cotidiano internacional. Lo mismo se puede decir a nivel nacional de los Oxxo o el hoy perseguido político Osito Bimbo.

Hay la opción de usar nada más las letras, iniciales, cosa que se hace mucho en dependencias públicas que sólo las necesitan para ser identificadas por los ciudadanos. El FBI es un claro ejemplo de eso en el mundo, y en nuestra vida local, por ejemplo, la SEP es también muy ubicada por los mexicanos. No es extraño que nuestras depauperadas áreas de procuración de justicia o policiales cambien constantemente de denominación, logotipo y hasta de funciones en un intento de mostrar cambios por parte del gobierno en turno. La Policía Federal, que fue AFI, y ahora Guardia Nacional; la PGR que ahora es FGR son logos y cambios de diseño que solamente evidencian el deterioro institucional en esas áreas del quehacer público.

El logotipo del aeropuerto internacional Felipe Ángeles es una verdadera porquería que refleja el carácter de la obra que representa: otra porquería. Es una clara definición de este gobierno: malhecho, improvisado, chafa y disparatado. El asunto es de risa loca. Un aeropuerto impulsado por la mala fe, por la incomprensión presidencial de la necesidad de tener contacto con el mundo y la ignorancia del valor del dinero, pues saldrá más caro el suspendido que el representado por el logo. Lo curioso es que el propio presidente dijo que esa era la obra más importante y moderna a nivel internacional. Seguramente AMLO, un hombre primario y tosco no lo advierte, pero el logo indica otra cosa: una masa amorfa, con unas letras de diseño básico, algo que parece un avión y un mamut al frente de todo.

Lo del mamut se mueve entre lo cómico y lo grotesco. Sin embargo, es un fiel reflejo de la imagen que proyecta este gobierno: fuera de lugar en el mundo actual, algo que recuerda la prehistoria, una bestia en toda su extensión, una pieza de museo, un animal del recuerdo, un mastodonte que representa el pasado y que por alguna extraña y absurda razón va caminando en un aeropuerto. Resulta que en las excavaciones encontraron restos de un mamut y que por eso lo pusieron en el logotipo del aeropuerto. Ridículo. Cualquier viajero podrá pensar que llega a México, tierra de mamuts, lo que no éramos hasta que llegó AMLO a la presidencia.

Algo que también resultó muy definitorio fue la defensa que se hizo del logotipo que corrió a cargo del candidato a diputado de Morena, Pablo Amílcar Sandoval, hermano de la secretaria de la Función Pública y que a saber por qué contaba con la cifra pagada por el logotipo: 3 mil pesos. Eso pagaron y pues eso obtuvieron, aunque Sandoval diga que no es criticable por su bajísimo costo.

El mamut ya está entre nosotros. Así es nuestro gobierno: se mueve con lentitud, no sabe dónde está, pero es muy bestia y devora y destruye todo lo que se encuentra a su paso; todos lo ven con extrañeza porque saben que no pertenece a esta época y que, como en el logo, está fuera de lugar. Si antes teníamos al elefante en la sala, ahora tendremos el mamut en el aeropuerto. Conquistas de la 4T.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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