Es temporada de circo. Hay maromas, equilibristas en la cuerda floja, payasos, trapecistas en maniobras que parecen imposibles, pero que uno las ve asombrado, osos por todos lados. En fin: tiempo de elecciones.
La oposición ha llamado la atención por lo que pasa adentro de esos partidos. El PAN, que decidió aliarse con una izquierda, cuya imagen es de corrupta e irresponsable, anda en el sótano electoral. El resultado es que es un partido que también representa a la izquierda peor calificada de la historia y todavía no se sabe si también representa a la derecha. La función en esa carpa la da un músico incapaz de comunicar emociones, y que trata de hacerlo lanzando spots en los que siempre está con algún instrumento acompañando grupos musicales. Recuerda aquel personaje de Luis de Alba, que se llamaba Juan Penas, y que para todo hacía una canción. Va a terminar siendo conocido como ‘el candidato popurrí’.
Para colmo, los problemas en el circo del PAN se acumulan. La salida de algunos militantes de ese partido ha sido tratada de manera torpe. Pero, mientras el señor popurrí anda de aquí para allá, interpretando bellas melodías para el auditorio, la incomprensión sobre su campaña musical ha llegado a sus huestes, quienes, ante unos movimientos inentendibles, ya dan por perdido el rumbo. Hace un par de días, Javier Corral, gobernador de Chihuahua y miembro del Frente que lidera Anaya, comentó que “estaría contento si gana AMLO”. Es claro que Anaya le vale sorbete al gobernador Corral, que no le importa si gana o no, que no hay diferencia alguna si gana AMLO. Bonito apoyo. Otros miembros del Frente dicen no saber a qué obedece lo que hace Anaya y que a lo mejor se trata de una estrategia que desconocen.
En la carpa de AMLO hay función todos los días. No para. Siempre hay un chistorete a cargo del payaso Andrés Manuelovich, alguna gracejada, un pastelazo. Por otro lado, los asiduos a ese circo están más que molestos, francamente enojados, pues los han ido haciendo para atrás, les han quitado sus sillas porque hay nuevos invitados a la función. Los nuevos no pagan boleto, como sí lo hicieron los que ya estaban; además, les acaban de decir que los recién llegados tienen acceso a comida y bebida, y a disponer a su antojo de las instalaciones del circo y a pedir números especiales. Se trata de personajes que siempre odiaron los fans del payasito Manuelovich –dueño y director del circo y los establecimientos de alrededor– y que ahora se han apoderado de la taquilla, de los mejores lugares y miran para abajo a los desplazados a los lugares generales. Han armado una zona VIP en la parte de abajo, a cargo de la gente de Monterrey y de los que estuvieron en el PAN, en la que se ofrece vino blanco y canapés; lo que antes era ‘la parte de arriba’, ahora es conocida como zona chaira, casi no hay dónde sentarse, la gente tiene que ver la función de pie y solamente se vende agua de horchata y tacos de canasta. La irritación es el estado de ánimo, pues sienten que les arrebatan el circo, que les dijeron que no iba a entrar nadie más que ellos. Pero bueno, ahí hay funciones todos los días, así que nadie sabe qué va a pasar.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com