Aunque el gobierno ya dio una versión oficial de lo ocurrido en la reunión a distancia del G-20 para hablar del CODIV-19, podemos imaginarnos como actuó el presidente mexicano.
A todos nos sorprendió el anuncio de que el presidente López Obrador participaría en una reunión a distancia del G-20. De inmediato salieron los malintencionados a desconfiar de la capacidad del presidente para sostener un diálogo de altura con sus pares; por ejemplo, de Canadá y Alemania. Qué pena con los otros mandatarios, deslizaban con su conocida mala fe. A ver si no la riega, ¿qué va a decir? Igual sale a pantalla tragándose unas gorditas de chicharrón y un licuado de mamey.
Por supuesto, no contaban con que el presidente estaría apoyado por el mismísimo vicepresidente Marcelo Ebrard; el presidente en funciones, Hugo López-Gatell, y el hombre que es todo relajamiento, soltura y tranquilidad, el yogui Arturo Herrera. Ya nos dieron una versión oficial de lo ocurrido, pero podemos imaginarnos bien qué fue lo que sucedió. Aquí un ejercicio.
AMLO: Hola, hola ¿cómo están todos? Qué gusto verlos aquí reunidos a todos, ahora sí que cuánto tiempo sin vernos, jajaja.
Ebrard: Señor, todavía no es su turno y cuando sea hay que encender el micrófono para que lo escuchen.
AMLO: Claro, claro, si no es la primera vez que participo en el feis, no te preocupes. Te crees muy sabelotodo o qué.
Merkel: Enfrentamos un gran desafío, el mayor en Alemania desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial.
AMLO: ¿Qué dijistessss? Ángela, es de que… o sea, no hay que exagerar. Digo, que la gente siga saliendo a comer en familia a las fondas de allá de Berlín o acá en Reynosa, para beneficiar la economía familiar… o sea…
Trudeau: Debemos tomarnos muy en serio el tema, esto es un azote como no habíamos visto. Debemos pedir a los bancos y las entidades financieras que bajen sus tasas. Además, el encierro es fundamental para tener éxito entre todos los países.
AMLO: Oyessss, Trudi, ya estás como López-Gatell, siempre exagerando con que uno no salga, que no se toque, que guardar la distancia como en los honores a la bandera. Tampoco es pa’ tanto, o sea… los pueblos tienen fortalezas milenarias y aguantan vara; los mexicanos aguantaron a Salinas, a Fox, Calderón y Peña al hilo, o sea, resisten. En Canadá el clima les es adverso… o sea… hace un friísimo, cómo de que no van a aguantar un virus. Confiemos en nuestra gente.
Ebrard: Señor, hay que hacer intervenciones más cortas y no interrumpir a los otros.
AMLO: Ya sé, hombre, me siento en mi mero mole con estos cuates, aunque se ven bien fifís, bien neoliberales. Oye, qué hace Osorio Chong en la pantalla.
Ebrard: Es el presidente de Japón, señor.
AMLO: Ah caray, es idéntico, si pinches chinos todos son igualitos, me cae.
Macron: Estamos en guerra, no con otra nación ni contra un ejército, es una guerra sanitaria. El enemigo está allí y avanza.
AMLO: No… es de que así no, Macron. O sea, yo sé de esto, no sólo conozco todos, bueno casi todos los establecimientos de barbacoa, cuando vengan vamos, van a ver qué platillos, qué gastronomía, la mexicana, y unas tlayudas con longaniza y cerdo en adobo, bisté con pasilla, para chuparse los dedos. Pero mira, Macron, así no es. No es con la guerra, eso no. Abrazos, no balazos, no hay que hablar de guerra. Amor y paz.
Ebrard: Hay que dar el mensaje final, señor.
AMLO: Me dice Marcelo que ya hay que despedirnos. No pasa nada, aunque los critiquen. De todas maneras, nos vamos a morir de algo ¿no? Y les mando con Marcelo, asómate Marcelo, para que te vean, él es Marcelo. Bueno, pues, les mandaré unos escapularios con el ¡Detente!, que son estampitas de gran utilidad para cuando ya no hay nada que hacer más que resignarse. Saludos a todos por allá. Y abrácense, no pasa nada.
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