El candidato naranja

Del arranque de las campañas a la fecha podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la novedad reconocible hasta el momento ha sido la canción de MC que define y mueve la campaña de Jorge Álvarez Máynez –Máynez, como se hace llamar el propio candidato–. Hay que decir que esa candidatura no despertaba ninguna emoción cuando fue lanzada. El escepticismo era una manera positiva de verla (nota: debo decir que uno de mis hijos es funcionario de Movimiento Ciudadano).

Lo cierto es que la candidatura que presenta un crecimiento notorio y tiende a un incremento rápido es la de Máynez. No solamente porque es quien empezó más tarde y en condiciones de desventaja por su tamaño y atropellada selección de candidato, también por los intereses cruzados de quienes consideran que solamente tiene que haber una oposición y que el juego democrático en este país se reduce a sus preferencias (el caso de Leo Zuckermann no deja de sorprender, al pedir que bajen al candidato naranja de los debates. Esa misma actitud tuvieron Cuauhtémoc Cárdenas y Alfredo del Mazo, en 1997, cuando excluyeron a Carlos Castillo Peraza del debate a la elección de la CDMX. La exclusión no es precisamente lo más democrático. Paradójicamente, excluir candidatos, como propone Zuckermann, es algo que sucede en lugares como… ¡Venezuela y Nicaragua!).

Lo que olvidaban los irritados por la presencia de Máynez en la elección –también les parecía nefasta la participación de Samuel–, es la ya conocida capacidad de ese partido en generar conexión con los jóvenes por una vía que parece muy sencilla: la música, las canciones. En efecto, no es la primera vez que MC sorprende con una campaña exitosa basada en una canción pegadora y que, de pronto, anda en boca de medio mundo. Los malquerientes dicen que Máynez “solamente tiene una canción”. Sí, a lo mejor es “solamente” una canción, pero una en torno a la cual gira una campaña. Las otras dos no tienen canción y batallan en estos días para encontrar los ejes de sus campañas.

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Si a alguien le cayó bien el debate fue al candidato naranja. Desde esa fecha su nombre, puesto en una canción, suena fuerte. Su sonrisa congelada en el debate se convirtió en meme, sí, pero también en una forma de identificarlo. Claro que quien nada más tiene como reto crecer para ser conocido, goza de mucha más flexibilidad que los que ya tienen necesidad de cerrar brecha.

En el debate que se llevará a cabo el domingo, el candidato Máynez podrá desplegar, además de su ya conocida sonrisa, algo que no es muy conocido: su capacidad para la polémica. En efecto, el candidato naranja es un hombre preparado, con conocimiento de los temas públicos, retórica propia y reflejos.

Por lo pronto podemos ver que se trata de un candidato disciplinado, que sabe que en una campaña lo principal es seguir un guion, ceñirse a lo que tiene que hacer de manera ordenada y metódica, y saber utilizar cada momento aprovechable. Así, además de su canción, ha decidido visitar el mayor número de universidades posibles, en las que ha visto un voto potencial con resultados positivos para su causa.

Para rabia de muchos, pero para satisfacción de él y los suyos, ha rebasado ya el umbral de la candidatura testimonial y demostrado que tiene razón el viejo dicho de que en política no hay enemigo pequeño.

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