La elección del 6 de junio es la única oportunidad que tenemos para impedir que el presidente se convierta en dictador y evitar que siga el destrozo acelerado del país.
El presidente López Obrador es un líder nacional, esto es indiscutible. Es un líder puritano que linda en el fanatismo, esto también es indiscutible. Desde su campaña el hombre se colocaba como ejemplo moral, como referente ético, un modelo de conducta para sus gobernados. Él no necesita de ningún personaje como ejemplo, él es el dechado de virtudes que debe perseguir quien quiera alcanzar el cielo que propone. Mucha gente lo ve así. Los conversos a su causa se humillan públicamente con tal de obtener su absolución. De esa manera, López Obrador sigue oficiando desde el templete presidencial, señalando a los malos y a los buenos. Es el puritano que castiga con el látigo, que ordena la lapidación de los desviados, el sacrifico de las ovejas negras, los que representan una vida torcida.
Esto viene al caso porque en las últimas semanas se ha dado un debate en medios y en redes sociales sobre la pureza opositora. Es claro que nos movemos en la cancha de López Obrador. Hablar de pureza es lo suyo y nadie le gana, ya tiene a todos descartados desde siempre. ¿A qué hora nacieron en México los opositores puros y prístinos del siglo 21? Quién sabe, pero han salido bastantes. No importa si tienen 30 o 70 años, ellos dicen que fulanito no es de a de veras, que el otro está manchado. Quienes deshicieron al PAN en el 2018 e hicieron todo para que perdiera advierten de la importancia de votar por ¡el PAN, el PRI y el PRD!; expriistas te advierten que no le des el voto al PRI porque son ¡lo mismo de antes! ¡Esquiroles, ustedes no representan la oposición!, les dicen los expanistas a los expriistas; excalderonistas, experredistas y expriistas anuncian que no hay que mancharse votando por los partidos y causas a las que ellos pertenecieron y que representaron. ¡Perros infelices, son corruptos!, gritan unos con billetes en los bolsillos; ¡bastardos, malnacidos, son comparsas del populista de palacio!, profieren otros extrañando los tiempos del Pacto por México. Peñistas que vociferan exigiendo personalidades inmaculadas, expanistas que advierten que se pierde una oportunidad; expriistas que han sido comparsas de todos señalan que hay que tener cuidado con las alianzas. Así no hay manera de salir adelante.
Este absurdo pleito por la pureza opositora solamente favorece a López Obrador. Él es el puritano, quien expide los certificados de moralidad. ¿Por qué se ponen a jugar en esa cancha que es la de él? Ya con un fanático de la pulcritud tenemos. No es buena idea hacer política desde angelismos, el resultado lo tenemos a la vista. Nadie pide certificados inmaculados. Ciertamente nuestros partidos son una miseria, sus dirigentes dejan mucho que desear, pero es lo que hay y es lo que tenemos. Y lo cierto es que no son peores que la calaña que tenemos como gobernantes y en materia de gobernabilidad son bastante más capaces que los secuaces del presidente.
Si se van a poner a pelear por quién es más puro, va a ganar el Peje de nuevo y nuestra desgracia será mayor aún. Ya vimos hasta dónde quiere llegar el presidente: meterse para anular la elección en Nuevo León, porque si ya le hicieron una en Guerrero, él se va a desquitar en otros lados, porque sí, él es un hombre de rencores.
Hay que votar por el que puede ganarle a Morena. La elección de junio es muy seria y es la única oportunidad que vamos a tener de impedir que este señor se convierta en dictador en toda la forma, la única oportunidad para salvar nuestra frágil democracia; la única oportunidad de impedir que siga el destrozo acelerado del país. No se anden con exquisiteces.
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