Esto un diálogo imaginario, pero no ha de haber sido muy diferente la plática entre esos dos demócratas.
Lo sucedido en Baja California no sucedió ni en los mejores tiempos del priismo caciquil. Es un atropello a los ciudadanos y la tapa del sepulcro de la oposición. El presidente se quiere hacer a un lado cuando realmente tiene que intervenir, aunque sea de palabra, para tratar de impedir la asquerosa maniobra. Dice que no sabe nada –lo cual sabemos todos–, y que él no tiene nada que ver –lo cual nadie le cree. Así que imaginemos una junta entre el presidente y el cacique Jaime Bonilla hace unos meses.
Llega el acaudalado Jaime Bonilla (JB) a Palacio Nacional y después de la genuflexión debida saluda al presidente (EP).
JB: Señor presidente, mis respetos con todo lo que está haciendo, se sienten los vientos del cambio en todo el país.
EP: Ah, Jaimito, mi millonario favorito, cuánta razón tienes, pero los malditos conservadores dicen que no, que no hay cambio.
JB: No haga caso, presidente, se sienten… qué digo los vientos, los huracanes del cambio. La gente no tiene trabajo, está desesperada, el gobierno no hace nada y se está desmantelando todo lo que servía. Es maravilloso, no quedará nada y usted va a poder fundar un nuevo país y empezar desde cero.
EP: Tú sí me entiendes, Jaimito, hay que hacer las cosas nuevas, de cero, como bien dices… pero hay quienes no lo entienden, son los de siempre, los que no me tragan. No me importa, no son democráticos como nosotros. Son huertistas.
JB: A propósito de refundaciones, presidente: voy a ganar las elecciones en mi estado como bien sabe, pero pues nada más es por dos años y pues no sale la inversión, presidente…
EP: ¿Nada más dos años? No chingues, no te da tiempo de destruir nada, sólo correr gente a lo loco y generar algo de miedo, pero nada más.
JB: Es el problema. Además voy a ganar aplastantemente, nada como usted, presidente, su victoria nadie la igualará, pero ganaré muy sobrado, aunque con los diputados no tendré casi nada.
EP: Y por dos años… no… es de que… aunque seas fifí tienes compromiso con el pueblo bueno, habla con el pueblo, nunca se equivoca.
JB: Así es, presidente, ya hablé con el pueblo y realmente les encantaría que yo gobernara más, digamos unos cinco años. Y eso lo podemos lograr si los diputados modifican la ley.
EP: Ah caray, pinche Jaimito. Saliste camaján. ¿Y qué piensas hacer?
JB: La verdad es que los diputados de oposición pues son débiles, son, como dice usted, inmorales, egoístas, quieren dinero por todo y pues ya los compré de a millón de dólares por cabeza, pero eso me garantiza que no se doblen ni a la primera ni a la segunda.
EP: Ah caray, pinche Jaimito, es una maravillosa idea que ni a mí se me había ocurrido. Te hubiera puesto en lugar del Judas Urzúa. No sé cuánto sea un millón de dólares, pero suena mucho. Qué bueno que lo hiciste, eso comprueba de que son corruptos. Lo sabía, son unos pinches corruptos. Bien hecho, Jaimito.
JB: Y bueno, como en sus partidos los lincharán, pues ya acordamos que en su momento se pasen a Morena y así ya tendremos casi la mayoría. EP: Pinche Jaimito, qué bueno que vas a estar lejos. ¿Y los del PAN jalan? JB: Fueron los primeros en estirar la mano, presidente.
EP: Pinche Jaimito, eso está requetebién. Es de que… pinches del PAN, eso comprueba que son una mierda, el PAN es una verdadera mierda. Qué bueno que lo hiciste para que quede claro quién es quién. ¿Y en qué te ayudo? Ya hiciste todo, vas a ser la envidia de todos.
JB: Pues nomás aguante, presidente, porque van a salir que la Constitución y que las leyes y que la soberanía y que el pacto federal, nomás aguante, mi presidente.
EP: No te preocupes, eso no me afecta, siempre salen con que la ley, esas cosas, pero callaron como momias cuando mataron a Madero, son hipócritas los conservadores. Cuenta conmigo.
JB: Gracias, presidente, y ya sabe, cuente conmigo para lo que sea, cueste lo que cueste.
EP: Pinche Jaimito, ya sé que si cuesta no te detienes. Jajajajaja. Bueno, pues tú adelante y no te quiebres. ¡Viva Juárez! Claro que es un diálogo imaginario, pero no ha de haber sido muy diferente la plática entre esos dos demócratas.
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