Durante muchos años el PAN celebraba elecciones internas para tener a sus candidatos. Era una de sus prendas democráticas que lo diferenciaban de los demás partidos. En ocasiones eran elecciones muy interesantes en las que el debate y la capacidad para convencer a los votantes de cada candidato eran fundamentales. Mientras el PRI se ufanaba, como ahora, de su dedazo, el panismo daba lecciones democráticas con sus procesos internos.
Como tampoco había posibilidades de ganar afuera, durante varios años no importaba mucho quién saliera elegido. El carisma cobró importancia con el tiempo. Quizás el primero que impuso su carisma sobre cualquier otra característica del político fue Maquío Clouthier, cuando le pasó por encima al candidato del panismo tradicional Jesús González Schmal. Clouthier fue el primer candidato ‘natural’, con características propias de lo que debe ser un candidato. Al contrario de quedarse con los votos que tenía el partido, Clouthier le generó una gran cantidad de votos al PAN y marcó un antes y un después en el perfil de los candidatos. A partir de él, todo fue crecimiento para el albiazul y la popularidad del candidato cobró altísima importancia.
En el año 2000, con Vicente Fox en modo aplanadora, ninguno de los otros posibles candidatos y mal querientes de Vicente le quiso competir. Ni Diego ni Pancho Barrio ni Medina Plascencia.
Prefirieron dejarlo pasar solo a ser arrollados. Y, por el otro lado, una elección interna suponía un enfrentamiento hacia adentro del partido, que simplemente ayudaría a los adversarios. La elección interna de Felipe Calderón tuvo cierto sabor del viejo PAN y sus debates. Pero dejó enfrentados a grupos de panistas de forma permanente. Como todo partido en el poder, la vida interna de ese partido fue cambiando, el nivel de política descendiendo y los intereses y el odio formaban parte de su vida cotidiana.
Para la elección de candidato en 2012, en el PAN ya abundaban las prácticas priistas. La elección de candidato fue una verdadera madriza en la que ganó Josefina. De por sí era una mala candidata, el proceso interno le ahorró golpes a sus adversarios. Todo lo malo que se podía decir de ella, se había dicho en la campaña interna. Resultó entonces que era un proceso que lejos de fortalecer al partido, lo dejaba debilitado, enfrentado y vapuleado, todo esto producto de lo hecho en casa, sin que los enemigos externos movieran un solo dedo.
Cada partido hace de sus métodos de selección lo que considera que le fortalece: en el PRI es el dedazo; en Morena, lo que diga López Obrador, y el PRD, el Verde y demás ya ni candidato lanzan, esperan a ver a quién se adhieren. En el PAN el viraje ha sido a la designación. Así fueron elegidos la mayoría de los hoy gobernadores. Saltarse el proceso de la contienda interna ahorra tiempo, dinero y desgaste, pero exige capacidades y voluntad negociadora si hay más de un candidato con potencia.
Todavía no sabemos qué hará el Frente para seleccionar a Ricardo Anaya como candidato. Dicen que van a hacer un proceso democrático con debates, encuestas y toda la cosa. Eso sería interesante si le saliera un buen competidor al presidente del PAN, en términos de inteligencia y capacidad retórica. Sino, pues irá solito, no necesitarán hacer ningún show y quedará claro que el dedazo es lo de hoy.
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