El debate chilango del pasado domingo entre los candidatos a la CDMX reveló con nitidez que la cuna del lopezobradorismo está por caer, que la plaza que tanto le dio al presidente y a su ahora candidata presidencial y demás secuaces será conquistada, paradojas de la vida, por el candidato panista, Santiago Taboada.
Al igual que en el primer “debate chilango”, el formato y los conductores funcionaron muy bien y la candidata y los candidatos iban preparados para lo suyo. Se sabe, siempre hay un “panel de expertos” dispuestos a decir que el que ganó no ganó, que las propuestas escasearon y estuvieron mal y que el más aburrido fue el mejor (tipo la mesa posdebate de Latinus, que ya se conoce como “la inmamable” por la mayoría de sus integrantes, que salvo la participación de Lorena Becerra, si a cualquiera de los otros alguien les hace caso no gana una elección ni en su calle).
Las condiciones de la elección en la capital del país hacían ver el debate con ojos distintos. Se trata de una competencia real entre la oficialista Clara Brugada y el opositor Santiago Taboada. Hablamos del núcleo duro en el que se forjó AMLO y su movimiento que está a punto de ser derribado en esta elección. Si en el primer debate cada quien se llevó lo suyo, en este segundo debate el consenso, incluso entre simpatizantes de Brugada, es que Taboada ganó.
El panista atacó, la morenista también lo hizo y mostró que no estaba manca, pero se vio insegura, trastabillaba nerviosa y no se animaba a contestar los ataques frontales, pero además de su termo con popote sacó un arsenal de ataques. Demasiado a la ofensiva para ofrecer una situación de triunfo. Como bien señaló Taboada, ellos gobiernan desde que él tenía ocho años; ahora se apresta a gobernar la ciudad que por casi 30 años ha gobernado la banda a la que pertenece Brugada. De ahí que no sea extraño que el panista le sacara sus nexos con el inefable René Bejarano.
Me parece que el debate cumplió con lo esperado. Para quien quería oír propuestas, todos tuvieron; para quien quiso escuchar ataques y denuncias, también escuchó, y para quienes gustan del ataque personal, también lo hubo con “Santiago Tajada” y “Turbia Brugada”.
Algo que deja el segundo debate capitalino es que la utilidad de esta práctica democrática es mucho mayor e interesante cuando la elección está cerrada. También que la preparación y el control escénico es importante, que exponerse de esa manera a la mirada de millones no es cualquier cosa y que hay en juego mucho más de lo que algunos suponen en un ejercicio como este.
El próximo domingo será el segundo debate presidencial. Hay algunos ajustes en el formato para que permita más el intercambio entre los participantes y limite el afán protagónico de quienes moderan. Pero como se pudo apreciar en el “debate chilango”, todo descansa en los debatientes. A ver qué tal.
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