De la semana patria

Las palabras del general Sandoval no deben ser bien recibidas por cualquiera que valore la libertad. Su intervención, más allá de reprobable, es peligrosa.



Han pasado los días de feria nacional. La semana de los Niños Héroes y la gesta de Independencia; del Grito y el pozole, de las banderas ondeando y el desfile de nuestras Fuerzas Armadas aplaudidas por miles de mexicanos. Fiestas patrias que siempre acompañan a los gobernantes, que creen trascender cada vez que dan “el Grito”; hay algo en esa ceremonia que los hace mutarse en padres de la patria, sean presidentes, gobernadores o presidentes municipales, sienten que Miguel Hidalgo los habita y están listos para dar la batalla que, finalmente, bajo su liderazgo, liberará de su eterno yugo al noble y leal pueblo de México. Por su parte, el noble y leal pueblo de México disfruta mentándole la madre al gobernante en la plaza pública para inmediatamente después responder a su llamado con un ¡viva México! Así somos y así nos gusta ser.

Rescato de esta semana algunas cosas:

-Destacar que hay mucha política en estos días. Eso es bueno para la salud de la vida pública. Que el debate se diera y continúe en el Legislativo es lo normal en una vida democrática y, en estas circunstancias, es arrebatarle la palabra al presidente que, como nadie, la ha monopolizado. Que se debatan las políticas públicas que propone el presidente con pasión y razones de ambos lados es la manera en que debemos abordar los temas. Gane quien gane, el debate está dado y podrá resurgir en cualquier momento.

-Que las fuerzas de oposición también debatan las posibilidades –ya casi nulas– de su alianza también es algo sano e impostergable, pues se trata de un proyecto cuya definición esperan millones de mexicanos y que puede delinear el futuro de las fuerzas políticas en este país para los próximos años.

-Las muy lamentables y reprobables declaraciones del secretario de la Defensa, general Luis C. Sandoval, en contra de las diferencias e intereses de la diversidad nacional. Creer que las diferencias son motivo de desunión, aspirar a la unidad del monoblock, a la única forma de pensar como verdadera conciencia nacional, es algo que se rebasó hace mucho y que no conviene volver a traer, y mucho menos en traje militar. El Ejército está para cuidar a todos los mexicanos, que en el marco de la ley manifiestan sus intereses y diferencias porque todos conformamos a la nación, y no para defender un maltrecho proyecto político, aunque ahora depende casi en su totalidad de las milicias nacionales. Las palabras del general Sandoval no deben ser bien recibidas por cualquiera que valore la libertad. Su intervención, más allá de reprobable, es peligrosa. Debe una disculpa o, cuando menos, una explicación.

-Uno de los logros innegables del presidente López Obrador es el de la devaluación del lenguaje. Entre las palabras que ha logrado devaluar últimamente está la de traición. Ahora se usa para todo: cualquiera que le vaya a otro equipo es traidor, uno que vota distinto es traidor, el que las toma con hielo comete traición, el que no le cree al presidente: traidor a la patria; la traición somos todos.

-Un discurso destacable del debate sobre la militarización fue el del diputado panista Jorge Triana. Mencionó los nombres de funcionarios destacados en los gobiernos del PAN y que hoy forman parte de la estrategia de seguridad de López Obrador. Esto no revela nada nuevo, simplemente subraya la imposibilidad de la llamada “transformación” y el reconocimiento tácito del panismo presidencial que con tanto ahínco combaten en las palabras y justifican en los hechos.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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