Una de las cosas que más divierten al presidente es hacer bolas a sus adversarios. Cargarlos, darles vuelta y dejarlos caer. Cuando ve el peligro de la crítica generalizada en algún tema delicado, entonces va por su juguete de siempre: lo señala, lo patea, le echa la culpa de todo, lo redibuja para que sea el malvado de sus sueños, el sostén de sus odios.
La vida en Palacio parece que se ha tornado aburrida. Se siente ya el vacío de la última vuelta, el tramo final. Ni están los que empezaron, ni los que están tienen el mismo ánimo; las cosas no salen como antes; hay que hacer concesiones a los conservadores; las mujeres siguen protestando auspiciadas por el conservadurismo; Tatiana se va de manera majadera; los que se quedan se están partiendo su madre y está resultando ya más atractiva la bronca entre Claudia y Marcelo que el circo matutino. Pero siempre queda la oposición y los adversarios para divertirse, y nunca le fallan.
Siempre que menciona a alguno, por la circunstancia que sea, parece que les hubieran hecho una suerte de halago: ‘Salí en la mañanera, me mencionó en la mañanera’; es ‘un privilegio saber que el presidente me ponga tanta atención’, y cosas por el estilo. Entran felices a la retórica amlista y éste, sabedor de su veleidad, les da su minuto de fama: ‘Salí en la mañanera’.
En su ensayo Construir al enemigo, Umberto Eco señala como ejemplo que en los procesos de brujería “no sólo se construye una imagen del enemigo, y no sólo la víctima al final confiesa incluso lo que no ha hecho, sino que al confesarlo se convence de haberlo hecho”, tal y como sucedía en los juicios estalinistas. A veces pareciera que los opositores de AMLO buscan definirse a partir de los conceptos que dice él sobre ellos. Así, el presidente lanzó para el entretenimiento general una lista de 43 (el número es un chiste macabro del presidente) precandidatos de la oposición. La pura lista es una vacilada, pero es el juego de andar definiendo la vida del contrincante. Por supuesto que hay quien se sintió muy contento de haber salido en la lista confeccionada en los sótanos del hoy régimen militar que nos gobierna. Un ejemplo es el señor Gustavo de Hoyos, que escribió un tuit al respecto: “Qué bueno que tiene claro que siempre estaré del lado correcto: luchando por las libertades y la alternancia en 2024. PD. Lo bueno es que no me puede poner por sus pistolas en la lista del buró de crédito”. Se deja ver que está muy contento el señor De Hoyos por haber sido mencionado en la mañanera. Además, su preocupación es estar en el buró de crédito, como desafortunadamente están cientos de miles de mexicanos. Personajes como el señor De Hoyos son de gran utilidad para el señor Peje. Ahora fundó, con sus amigos de siempre, una asociación como las mismas de siempre, con los mismos objetivos de siempre y que tendrá el resultado de siempre: el fracaso. Como bien recordó Joaquín López-Dóriga al respecto: cuando se hace lo mismo, con los mismos, el resultado es el mismo.
Total que el presidente ya se subió al otro circo que habrá: el de la oposición. Y como nadie en esa carpa quiere llevar la voz cantante y nada más no se ponen de acuerdo el PAN y algunas de las sobras del perredismo –MC ya mostró en las recientes votaciones que es un partido unido y con proyecto a largo plazo, por lo que no irá a una alianza–, pues el propio presidente se ha metido a organizar lo que es un verdadero desmadre.
Dice Umberto Eco en el ensayo citado: “Tener un enemigo es importante, no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo”. Y, en eso, el presidente ocupa su tiempo y el de sus opositores.
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