Resulta que Beatriz Paredes tiene amplísimas posibilidades de ser la candidata del Frente opositor. Una verdadera sorpresa en términos de la contienda opositora, pero un balde de agua fría para el entusiasmo del xochilismo de la ilusión. Creer que una elección se puede ganar con artículos en algunos periódicos y dándose RT entre simpatizantes de la misma causa es un error. La construcción del personaje de Xóchitl empezó con fuerza, pero, al parecer, está entrampada. No resulta sorprendente entonces que en una competencia llame la atención otro jugador, en este caso otra jugadora. Si se pensaba que la candidata sería del PAN, resulta que el PRI ya está en el carril correspondiente.
Beatriz Paredes es una especie de antípoda de Gálvez. Gusta de la política, de la vida de partido, de la retórica y de los caminos enredados de las estructuras de poder. Al contrario de Xóchitl, ella tiene toda una vida en un partido. En las buenas y en las malas ha estado y ha sabido estar en su partido. Al contrario de la hidalguense, Paredes no es mujer de desplantes o de ocurrencias, es más dada al discurso que al performance. Si bien es cierto que la frescura de Xóchitl le dio un levantón de ánimo a nuestra pálida oposición, también lo es que la seriedad de Beatriz y su manera de conducirse le permiten tener amplias simpatías en el electorado opositor.
En el Frente ya hacían las cuentas alegres con Xóchitl hasta que salió la encuesta en domicilio que ellos mandaron hacer en la que prácticamente están empatadas Xóchitl y Beatriz. Sorpresa para todos, todas y todes. Incluso uno de los dirigentes del Frente, Guadalupe Acosta Naranjo, ya se manifestó abiertamente a favor de la hidalguense, señalando que Creel y Paredes pertenecen a partidos –o sea que son como Xóchitl, pero con credencial–. La directiva frentista, en su soberbia, no admitió crítica alguna: su plan era Xóchitl y lo harían funcionar a como diera lugar. Expulsaron al PRD de la contienda, a los panistas desagradables y no les quedó de otra que sacar a Enrique de la Madrid porque se les coló Beatriz. Diseñaron un proceso de elección que parece haberse convertido en un arma suicida.
Por supuesto, el PRI no perderá la oportunidad y ya cierran filas en torno a Paredes. Era de esperarse, el PRI nada más necesitaba una rendija para colarse y en el Frente los dieron por muertos. Beatriz es un tanque de oxígeno para el priismo y una casa de los sustos para los que pensaban que las primarias “abiertas y democráticas” eran una modalidad segura para tener una candidata a modo.
La competencia salió por donde menos se pensaba. Ahora Beatriz, con razón, contrasta con el modelo de comunicación de Xóchitl. A diferencia de Gálvez, Paredes no quiere el conflicto con el Presidente y hace un deslinde claro e inteligente sobre lo que significa la figura de AMLO: “Yo no estoy obsesionada con Andrés Manuel López Obrador. Es un accidente histórico por los errores que cometimos, porque no tuvimos la capacidad cuando la sociedad nos dio en repetidas ocasiones la oportunidad de gobernarla”. Precisa y contundente.
Mientras tanto, Xóchitl habla de las micheladas, baila la danza de los viejitos, y lo que parecía una campaña alegre, más bien parece un desmadre lleno de chistines, arrogancia y leperadas. Como bien lo ha dicho la propia Xóchitl: ella se hizo a sí misma. Por eso habla todo el tiempo de ella: que el Presidente no se había topado con una mujer como ella tan talentosa e inteligente; que los partidos deberían agradecer que se lanzó porque le dio vida a la campaña; que ella es mejor porque no tiene partido. Mucha autorreferencia. Y, si bien es cierto que al principio su discurso –o “narrativa”– se centró en sus orígenes y su superación, lo cierto es que sigue atrapada en su propia gelatina. Y de ahí no ha salido. Por eso con Xóchitl se escucha mucho el “yo” y casi ningún “nosotros”.
Beatriz Paredes conoce a Xóchitl, la ha visto como compañera en el Senado y seguramente sabrá sus debilidades, y, por lo pronto, sabrá confrontarla. Serán días interesantes ahora que sí hay novedad en el Frente.
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