En política, la vida privada es una puerta que abre uno, pero que uno no puede cerrar. No importa que se alegue el derecho a la privacidad, abierta esa puerta, los medios ponen el zapato y no permitirán a nadie que la cierre. Querrán saber todo, averiguar todo y más aún si se trata de la familia del presidente. Salvador Camarena tocó puntualmente el tema hace un par de días en este periódico (“Echar al ruedo a Juana”, 3/01/18), al hacer referencia al placeo que se le da a la esposa de José Antonio Meade.
Considero que hace bien Meade en dejar que Juana participe activamente en su campaña. Él apenas se está dando a conocer y lo quiere hacer como hombre de familia. Si Juana desea acompañar al marido en su mayor aventura política, hace bien. Una pareja sólida en el tiempo sabe que hay esfuerzos que requieren de los dos. La molestia de mucha gente –básicamente los propejes– fue por una foto de ella en el súper, en la que se supone que compraba ingredientes para la cena de Año Nuevo, era un mensaje cursilón pero la publicidad permite todo. La verdad no se sabe bien a bien si estaba comprando la cena; yo como que veo que es el pasillo de yogurts y danoninos, pero la cosa es que la foto tuvo el éxito deseado gracias a los malquerientes de su esposo. Personalmente la última vez que me encontré a Juana sola
–hace cosa como de un año– fue precisamente ¡en el súper! Seguramente veremos a Juana más de lo que pensábamos, es un hecho y no está mal, es una mujer agradable y como su esposo no es precisamente una castañuela, la chispa de su mujer le ayudará a caer bien.
Los ciudadanos tenemos el derecho a saber quiénes son y cómo viven los que nos quieren gobernar. Por ejemplo, la esposa de López Obrador (para decirlo como él, que se refiere a las mujeres como “esposas de…”) tuvo éxito en el video en que sale cantando. La mujer cae bien y canta muy bien, la verdad. Y ve con ternura a su ruquito cuando le canta “El Necio”. Es una bonita pieza. La señora había sido rejega a salir en público y ahora también quiera participar activamente en la que probablemente sea la última campaña de su marido. Caso aparte son los hijos mayores de AMLO, que viven de dinero público, pues son funcionarios de Morena. Particularmente esa rémora que es la viva imagen del gandul y la vagancia que es José Ramón (como se llamaba también el orgullo del nepotismo de López Portillo). Son dirigentes de ese partido, debemos saber cuánto ganan, dónde viven, lo mismo que se le exige a Peña y los suyos. Del hijo chico nada hay que decir, pues es menor de edad, y es obligación de todos cuidar y respetar esa condición. Pero AMLO parece decidido a hacer campaña con su familia, así que sabremos más de los hijos y la esposa “de ya saben quién”.
Ricardo Anaya es un hombre extraño que prefiere las sombras, del que se sabe poco pero del que seguramente nos enteraremos de todo. Lo primero que hizo al ganar la presidencia de su partido fue sacar a su familia del país. Después tuvo que salir a defender a su suegro por los negocios millonarios que tiene –legítimos, por cierto– y finalmente decide usar a los niños en sus videos. En uno los pone a tocar música en familia como si fueran una versión nice de Los Joao o algún grupo familiar. También recuerdan a los niños Von Trapp de “La Novicia Rebelde”. En fotos sale con su hija, una niña muy bonita, y él hace posiciones de yoga ante ella. En otro video salen muertos de frío alrededor de una fogata quemando bombones. También hará campaña con su familia para no dar imagen de que está jovencito y que es un simple oportunista avezado, sino que tiene compromisos de hombre mayor y que más allá de su aspecto fascistoide tiene vida familiar.
También por sus familias los conoceréis.
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