Ya hemos hablado mucho de Claudia y Marcelo; toca el turno ahora de don Adán Augusto, otra de las corcholatas en competencia. El fin de semana, el ahora exsecretario de Gobernación Adán Augusto López puso a circular en redes una fotografía en la que muy relajado contempla muy sereno un paisaje. Agusticidad, tituló a su foto el tabasqueño. Y sí se ve que está muy a gusto, muy contento. López, en efecto, transmite esa placidez de lo que se conoce vulgarmente como güeva y él le pone agusticidad. Si uno no supiera que el hombre de la foto quiere ser presidente del país, podría pensar que la foto es un anuncio de alguna casa de descanso para adultos mayores para pasar los últimos días rodeado de árboles y ambiente para descansar después de una vida de fatigas y esperar el verdadero último encuentro.
Es posible que don Adán sea un hombre dado a la reflexión en ambientes bucólicos. Después de todo, la campaña, los recorridos, lo pueden llevar a parajes hermosos de nuestro país para que el hombre dé rienda suelta a su agusticidad. Pero no todo es pasarla bien. El político tabasqueño no las tiene todas consigo. Sin duda es un hombre que sorprendió al ambiente político y de opinión con un talento especial para manejar conflictos –mano izquierda le dicen–. Simpático, dicharachero, de empaque sencillo, es difícil encontrar a alguien que realmente le tenga ojeriza al licenciado Adán Augusto. Claro, la política es ruda y ahí es más fácil tener enemigos duraderos que amistades temporales. Adán Augusto tiene poco tiempo para rebasar a Ebrard y colocarse en segundo lugar o alcanzar a Claudia en términos de preferencia. Aunque no es una competencia por ver quién es más popular, sin lugar a dudas el reconocimiento del personaje será importante. Puede ser que, por su origen tabasqueño, por sus modos lopezobradorescos –que no tiene ninguno de los otros dos– obtenga una rápida simpatía de quienes vayan a ser los electores.
Cada candidato tiene sus positivos y los trata de destacar. De los negativos se encargarán sus enemigos. Y en el caso de don Adán no son pocos. De entrada, Claudia y Marcelo –Monreal se supone que ya está amaestrado y no dará problemas– lucharán con todo por impedir que crezca. Y para eso cuentan con un gran aliado en Tabasco (recordemos que esa entidad es ahora una de las grandes surtidoras de la clase política nacional). Ni más ni menos que el señor Javier May, hombre de las confianzas del Presidente para el manejo del efectivo, el verdadero Rey del Cash. Entendido en el manejo de los programas sociales y la repartidera de dinero, Javier May –según medios del sureste– está dedicado a hacer la vida imposible en su tierra a don Adán. Es su enemigo número uno. Encabeza el apoyo a Claudia Sheinbaum en Tabasco y está dispuesto a dar la batalla para ser el próximo gobernador del estado; o sea, el sucesor de Adán Augusto. Para tal efecto ha formado grupo con un hermano de López Obrador –llamado José Ramiro–, con el director y sepulturero de Pemex, Octavio Romero, y varios políticos locales.
Ellos, parece ser, quieren dinamitar nacionalmente a Adán Augusto para quedarse con el estado. Y no han dudado en aventarse duro contra el exsecretario, al grado de que el Presidente desacreditó a su hermano en una ocasión y en otra el troglodita May declaró que Adán Augusto no tenía la “presencia nacional”. Se sabe: cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde.
La agusticidad, la placidez de don Adán corre peligro de ser perturbada por sus compañeros de partido. Porque atrás de Javier May y compañía, hay mucho más que el apoyo a una corcholata: es sacarlo de la jugada de septiembre en adelante. Se pondrá bueno. Ya se sabe que los tabasqueños son de sangre caliente, que su pecho no es bodega y que todos quieren continuar la transformación. Será una gran pelea.
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