¿A qué le tienen miedo?

Son ya muchas y variadas las muestras del temor oficialista a la organización opositora. La exitosa y multitudinaria marcha de ayer es una de las explicaciones a ese temor. En efecto, desde que surgió la conocida “marea rosa” como una organización capaz de articular con eficacia y sencillez las causas opositoras, el presidente y sus secuaces no encuentran la manera de minimizar las manifestaciones populares en su contra. Es un mensaje completamente contrario al del narciso que ocupa la Presidencia. Mientras él se compara con los otros mandatarios del orbe y se ufana de ser el segundo presidente más popular del mundo, aquí una banda que se viste de rosa se empeña en mostrarle su repudio en la plaza pública. No es poca cosa.

¿Por qué el miedo? Porque no otra cosa es quitar la bandera nacional del Zócalo para que no sea parte de la manifestación opositora. ¿Por qué el miedo? Cerrar las calles para impedir el paso de los manifestantes; tratar de obstruirles su objetivo de una manera tan ramplona indica miedo y desesperación. Eso no parece tener sentido con el Presidente más popular ni con los treinta puntos de diferencia de la candidata y de Morena.

Xóchitl fue a ver al Papa. De inmediato la candidata del partido de Jorge Emilio González, el Niño Verde, movió sus relaciones para estar al día siguiente también con el líder católico. ¿De veras creen que el Papa da muchos votos a la oposición o por qué les dio miedo? ¿Que Xóchitl sea católica y que Sheinbaum no lo sea, les preocupa? ¿Por qué la necesidad de emparejar la foto, de tratar de asemejar que se tienen las mismas creencias que la candidata de la oposición?

La muestra del miedo al crecimiento de Xóchitl en esta semana corrió desde El Vaticano hasta el Zócalo. La marcha para defender la democracia, que en realidad fue contra el presidente, también fue motivo de temor en el oficialismo. Nada iban a hacer en la campaña de la candidata Sheinbaum cuando se dieron cuenta de que perderían presencia frente al éxito de la concentración en las plazas públicas y entonces decidieron que había que registrarla ante el INE, hacer un evento de lo que sea, para no parecer que han perdido presencia.

La desesperación por tener el control de todo es evidente. Lo mismo les angustia un hashtag que una plaza llena. El segundo presidente más popular del mundo se sigue ocupando de atacar a periodistas y opinadores, mientras el crimen organizado se adueña del territorio nacional. Se dedica a contar chismes de hace años, a exhibir a sus adversarios mientras se acrecienta la creencia de su vinculación con organizaciones criminales, ya sea por medio de sus personeros o por omisión cómplice. El miedo de que pasará a la historia de una manera diferente a la que él cree se manifiesta de manera constante.

¿A qué le tienen miedo? Porque es miedo lo que transmite Martí Batres cuando anuncia que harán un concierto en el Zócalo el 8 de marzo, día en que cientos de miles de mujeres salen a manifestarse en la capital y ocupan esa plaza llenándola de morado y de coraje. ¿Por qué no las quiere dejar llegar?

El oficialismo tiene miedo. Y tiene razón. El final no será como lo pensaba. El presidente ve, desde el balcón de su casa – porque ahí decidió vivir–, cómo llenan la plaza los mexicanos para expresarle de manera pacífica, pero consistente, su repudio. No todo es popularidad.

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