2017, el año que los partidos mataron a la militancia

El año finaliza con las apuestas listas para la boleta electoral. La decisión del PRI aceleró las del ahora llamado Por México al Frente (cada dos semanas le cambian de nombre) y ya todos sabemos cómo quedará la competencia. 



Una lección queda clara de los procesos de selección de los candidatos: lo irrelevante que resulta ser militante de algún partido político en México. No cuenta su palabra para nada, mucho menos su voto si es que le dan alguna oportunidad de ejercerlo. Ser militante de un partido político mexicano es estar condenado a la nada política. Ahora el militante está destinado a ser un acarreado a mítines y reuniones de candidatos elegidos por alguna dirigencia, un matraquero, un aplaudidor de lo que le pongan. La militancia partidista está muerta, la mataron las cúpulas.



El caso del PRI es un ejemplo impecable del nulo valor que tiene ser militante en ese partido. Ya se sabe que están en un problema de imagen, que mientras más priista se es más problemas se tienen para ganar elecciones. Así que la sabiduría de la cúpula decidió que los representara alguien que no era militante. Lo que quiere decir que, para los priistas, el mejor representante del PRI es alguien que no es del PRI. De hecho, el seleccionado es alguien que entre sus grandes virtudes está que parece panista, que trabajó también para un presidente panista, que tiene sus amigos panistas y sus colaboradores panistas. Claro que también alegan que es hijo de priista y que alguna manera quisiera ser priista, pero si se le pregunta por qué no es priista a la mejor contesta que preferiría moverse a “un esquema en el que la pregunta no fuera válida”.



En el PAN, la militancia vale un cacahuate. Ser militante ahí no es tan importante como ser militante del PRD pues escogerán al mismo. De hecho, los perredistas ya escogieron al panista Anaya y los panistas no han podido decir nada. Si un militante del PAN quiere ser candidato en cualquiera de los más de 150 distritos que le dio Anaya a sus aliados, no podrá. Están reservados para perredistas. El PAN no tendrá representación ahí. Así que los militantes panistas en esas zonas, los que esperaban crecer con el voto ciudadano, se joden y votan por el PRD o por quien quieran porque panistas no habrá en esa boleta.



Incluso para la pantomima de elección panista de candidato a la presidencia, la participación va a ser peor que las elecciones que organizaban dictadores con más de 90 por ciento de votos a su favor. Después del domingo con bufalada multipartidista, que también contó con la presencia de un académico, será difícil que alguien piense que se tratará de una contienda en condiciones de equidad. Once de doce gobernadores presentes, los coordinadores de diputados y senadores, los funcionarios del CEN. ¿Quién va a competir así? Incluso Ernesto Ruffo, uno de los políticos más estúpidos del momento –y miren que hay competencia– ya dijo que “después del destape” del domingo vería si se lanzaba o no. ¿Qué militante se arriesgará a ser humillado por la aplanadora burocrática del Stalin panista que es Ricardo Anaya?.



En el PRD se ignora si hay militantes todavía. Al parecer quedan puras personas con cargos en las dirigencias. De cualquier forma, los que queden o los votantes de ese partido no tienen opción. El PRD por primera vez en décadas no tendrá candidato a la presidencia. O sí lo tendrá y es nada más y nada menos que el presidente del PAN. 



Lo dicho: la militancia no vale nada. 

 

 

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