De izquierda, de centro o de derecha ¿de dónde somos?
“La tradición no es la adoración de cenizas, si no la preservación de las llamas”.
Gustav Mahler
Los orígenes históricos de la derecha se remiten a un evento que insospechadamente influyó para dar paso a las expresiones “derecha” “centro” e “izquierda” política. Todo gracias a una elección en Versalles para otorgar o remover el derecho a veto del rey de Francia: a la izquierda se colocaron los constitucionalistas; al centro, los indecisos y a la derecha, los absolutistas monárquicos.
Esta reducción no bastaría para poder definir lo que es la izquierda o la derecha, pues sólo es lo que dio origen a la expresión, sin embargo fue un evento que marcó para siempre las tendencias de cada espectro político.
Es así que los derechistas serían vistos por la izquierda como retrogradas, monarquistas, conservadores, autoritarios y centralistas, entre otros adjetivos y connotaciones. A la izquierda le serían asignados por regla general a sus opuestos polares, los términos federalistas, liberales, constitucionalistas, etc.
Por el avance natural de la sociedad y las tendencias políticas, los espectros se han movido de un lado al otro, de manera que si uno revisara las propuestas de gobernantes de derecha, estaría viendo las propuestas de un gobernante en extremo liberal del siglo XIX, que sin embargo, es visto como conservador y retrograda por liberales de la actualidad.
Por tanto, la derecha se ha asociado a la idea de un férreo opositor a los cambios que la izquierda pretende imponer, cambios que se volvieron progresivamente más relevantes hasta alcanzar su clímax histórico en el siglo XX.
Pronto los ultra izquierdistas se alinearon con las ideas marxistas, y los ultra derechistas se alinearon con el fascismo, dejando una mancha sin posibilidad de borrador en ambos movimientos.
Pero la visión histórica de la mayoría de las posiciones políticas se diluyó con el tiempo, tanto las derechas, izquierdas y centros, empezaron a poner al dinero como centro de la dignidad humana, y no a la dignidad humana como centro de todo lo demás.
Observe esto: la izquierda afirma que al ser todos esencialmente iguales debemos tener el mismo a nivel económico y material, como aceptado que lo físico es inherente a lo esencial, como admitiendo que un humano vale sólo por lo que tiene.
Y luego las derechas anarco capitalistas, que admiten exactamente lo mismo pero desde un punto de vista salvaje, en el que todos deben estar en una jungla de asfalto mordiéndose mutuamente los cuellos hasta que emerja un vencedor, un vencedor más digno que los demás por ser más fuerte, por supuesto su recompensa se reflejará también en lo económico.
Estos errores se reflejan luego en las propuestas y activismos del siglo XXI, en que las personas están más ocupadas en “lo que son” en vez de “quienes son”, con identidades fracturadas, desde el género, las etnias y los grupos sociales, todo parece convulso y deshecho.
Desde las identidades de los individuos, hasta las identidades de los movimientos políticos, que no son más que un reflejo de las primeras.
Hay ideólogos que afirman que la dicotomía derecha o izquierda ha dejado de existir, pero las botas marchando en Europa me gritan que la derecha sigue más viva que nunca. Y las bandanas y cocteles molotov acusan que la izquierda no se queda atrás.
La confrontación es real, y quien se niegue a admitirlo, sólo será tomado por sorpresa en el fuego cruzado de un conflicto que escala cada día más a nivel global; y ésta no será una guerra que se pelee como las anteriores, es una guerra que ya comenzó, desde los rincones más oscuros de internet y de las calles emergerá hasta volverse visible para todos.
A todos nos tienen hartos los pragmatismos políticos que devienen en populismo y mentiras de campaña, dictadores silenciosos, falsos mesías, traiciones y ausencia de ideales o dirección, y solo es cuestión de quién es capaz de agitar el nido de avispas para que los primero golpes y balazos comiencen a lanzarse.
Los más paranoicos ya se preparan para una guerra civil en Estados Unidos, los menos optimistas se preparan para el colapso total de la Unión Europea, y los simplemente apocalípticos se preparan para una guerra de escala global.
Venga en la forma que venga, la derecha y la izquierda se confrontarán una vez más, y como una profecía del Ragnarok, vendrá y agitará las tierras y los mares, nos guste o no.
Comenzará en las Cortes y en las leyes, avanzará a las redes sociales, continuará hasta carcomer las calles y terminará por destruir naciones, y sólo el mejor preparado sobrevivirá, sólo aquel que pueda ver más adelante que el oponente se podrá imponer.
Como un tema aparte, debemos entender el origen de nuestras orientaciones políticas actuales y sus motivaciones.
La generación de los boomers quiso crear un paraíso en la tierra sin tener herramientas, luego de salir de la guerra, la demanda y oferta de los mercados se inclinó en su favor como generación, y con una filosofía postguerra, amasaron fortunas, compraron tierras, siguen sin retirarse de sus empleos hasta la fecha y aseguraron patrimonios que sostienen hasta la fecha.
Inflaron los precios de los mercados generando escases en los inmuebles, en los trabajos y otros bienes y servicios, desesperaron a las nuevas generaciones, ahogándolas en una demanda in crescendo y una oferta que se ahoga cada vez más, y cuando el mercado llegue a su límite, será tarea de las ideologías determinar la administración de todos esos bienes.
No sólo nos ahogaron, nos culparon y señalaron a los milénials con el dedo, culpándonos por fenómenos que ellos mismos causaron en sus formas de vida individualistas y paranoicas, solo somos la cosecha de la peor siembra de la historia.
Y esta hierba mala está desesperada por sobrevivir; benditos sean los que mueran antes del gran cataclismo.
Te puede interesar: El regreso de la ultraderecha
@yoinfluyo
redaccion@yoinfluyo.com
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com