La Ciudad de México necesita ser transformada.
Ahora que se habla tanto de la Cuarta Transformación (4T), yo propongo que hablemos también de la Transformación de la Ciudad de México (TCM). Si es importante un cambio radical en la política nacional, en la Ciudad de México es absolutamente imprescindible.
Como ciudadano y como político, he trabajado durante muchos años por lograr cambios en la política capitalina que garanticen el futuro y la sustentabilidad de la metrópoli.
Lamentablemente, a diferencia de una película de mis tiempos, podemos constatar que aquí el destino ya nos alcanzó y nos rebasó. Hemos roto los límites de capacidad de carga de la cuenca y de sus ecosistemas.
La mala planeación y la corrupción de muchas administraciones y el pernicioso centralismo presidencialista que provocó una fuerza centrípeta hacia la capital, generaron una sobrepoblación principalmente por migración de los estados hacia el centro, colapsando los servicios públicos.
La verdadera descentralización únicamente se podrá llevar a cabo promoviendo el desarrollo regional y fortaleciendo el federalismo.
La Ciudad de México está colapsada en materia de agua y de movilidad. En seguridad pública, fomento económico y medio ambiente vamos muy mal. La situación es verdaderamente urgente y como lo he apuntado en varias ocasiones, debería considerarse un asunto de seguridad nacional, dada la calidad de ser la ciudad más poblada, capital de la República, sede de los Poderes Federales y centro nacieron del país.
Creo que los capitalinos vemos con mucha expectativa los cambios anunciados. Un nuevo Gobierno Federal que se compromete a erradicar la corrupción y la impunidad y un Gobierno de la Ciudad de México que asumirá el cargo el 5 de diciembre, que ha declarado que irá al fondo de los graves problemas de la Ciudad.
Insistimos nuevamente en que lo que se requiere es una plataforma con visión metropolitana y proyección al 2050 como alternativa de solución a la grave problemática de la Ciudad en materia de inseguridad, violencia, movilidad, agua, saneamiento, calidad del aire, desarrollo urbano, rescate de áreas ecológicas y varios temas más que requieren necesariamente atención con estos criterios.
En los gobiernos consecutivos de los últimos 20 años, la aplicación de las políticas públicas ha sido coyuntural, de atención a “bomberazos” y siempre sin ir al fondo en la solución de los problemas. Las administraciones, tanto a nivel central como en la mayoría de las delegaciones (ahora alcaldías), se han concentrado en políticas clientelares, demagógicas y muy corruptas, privilegiando solo a ciertos grupos de apoyo sin la promoción de una verdadera participación ciudadana.
La crisis que se avecina respecto al abastecimiento de agua potable, el colapso en la movilidad, el desastre del crecimiento urbano y el imperio de la criminalidad y la violencia en la Ciudad obligan a un cambio radical e inmediato de gobierno y de las políticas públicas. Insistimos en una visión metropolitana, porque la CDMX no se puede circunscribir a su territorio, sino que debe contemplar a la Zona Metropolitana con sus más de 20 millones de habitantes.
Proponemos una Agenda 2050 con visión metropolitana y de largo plazo para todos estos temas. Sobre transporte, aunque requiere esquemas complejos de financiamiento, estamos seguros que se debe retomar el Plan Maestro del Metro en su diseño original con las adecuaciones oportunas para crear una red troncal metropolitana. La única solución que puede desincentivar el uso de auto particular, mejorar la movilidad, reducir los índices tan elevados de contaminación y la inseguridad que sufren millones de usuarios diariamente, es un transporte público digno, eficaz y de alta capacidad como es el Metro.
La Zona Metropolitana corresponde a la cuenca del Valle de México, por lo que la política respecto al agua también debe ser metropolitana. Se requiere de manera urgente el acceso a grandes cantidades de recursos para tener nuevas fuentes de abastecimiento, reducir fugas, modernizar la red y dar tratamiento y reúso a las aguas negras.
Recuperar los acuíferos y las zonas de recarga, así como fomentar una verdadera cultura para el cuidado del agua y la contribución de los ciudadanos.
El nuevo gobierno, además de aplicar correctamente los recursos, deberá lograr esquemas agresivos de financiamiento para lograr estas metas. Modernizar la administración, erradicar la corrupción y las malas prácticas que han imperado.
Los problemas de la Ciudad de México se pueden resolver si, junto con una buena administración, logramos mayor participación ciudadana especialmente en torno a la educación.
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