La ambición de Fidel no se limitó a América Latina, también apoyó movimientos revolucionarios en África, particularmente en Angola, provocando luchas fratricidas y tribales que costaron muchas vidas.
Muchos no lo creían, habían sido víctimas de la propaganda. Ahora que el pueblo cubano se ha manifestado y gracias a las redes sociales se pudo ver y escuchar a quienes clamaban “¡Libertad y Vida!” “¡Libertad!” y “¡No tenemos miedo!”, así como la represión como respuesta por parte del gobierno comunista de Cuba, ya no pueden decir que las denuncias, no de hoy, sino desde siempre, de que la dictadura impuesta por Fidel Castro violaba los derechos humanos y había empobrecido al pueblo de Cuba, son mentira.
Quienes han tenido que visitar la Isla, yo entre muchos, pudimos conocer la igualdad en la pobreza de la mayoría del pueblo, así como los privilegios de la mafia gubernamental y de los dirigentes del Partido Comunista. Un pequeño grupo, que no puede ser calificado de élite, gozaba de todos los privilegios de la revolución, mientras la mayoría sufría carencias y callaba por temor al espionaje que ejercían los Comité de Defensa de la Revolución.
Fidel Castro Ruz engañó a los cubanos cuando en la Sierra Maestra combatía al gobierno de Fulgencio Batista, ofreciendo a un pueblo que en su momento era de los que tenían mejor nivel de vida en América Latina, el oro y el moro. Y su oferta de democracia frente a una dictadura que gobernaba en los cincuentas del siglo, su oferta nunca se cumplió y, por el contrario, transformó en totalitario a su gobierno.
Para consolidar su revolución, Fidel negó cuantas veces pudo, ser marxista leninista. Al triunfo de su movimiento entró a La Habana con un rosario al cuello para simular que era católico, cuando, en realidad, ya era militante del Partido Comunista, como lo muestra el carnet que se exhibe en el Museo de la Revolución. Y aquella careta de católico, por haber estudiado en un colegio jesuita, se la quitó y empezó a perseguir, encarcelar y matar a muchos dirigentes seglares a quienes, por sus principios, veía como enemigos y un peligro para sus planes.
Lejos de convertir a Cuba, como puso en el aeropuerto de La Habana, en “primer Territorio Libre de América”, lo sujetó con pesadas cadenas y la entregó al dominio Soviético durante la Guerra Fría. También hizo de la Isla un trampolín desde el cual exportar la revolución marxista, primero con el intento de fomentar las guerrillas, a través de la OLAS y con el supuesto liderazgo del Ché Guevara, que fracasó, y después con la exportación ideológica que fue permeando y ha llevado al poder, democráticamente, a políticos que, como él, han envenenado a muchos pueblos a través de una infiltración ideológica en la educación, aprovechando la innegable pobreza que impera en el continente. Daniel Ortega, Hugo Chávez, Evo Morales, Pedro Castillo, entre otros, son producto de esa acción.
En la Isla se implantó un sistema educativo exitoso de analfabetismo, pero usado para lavar los cerebros de niños y jóvenes, y para preparar los nuevos cuadros revolucionarios, desde la niñez organizó los grupos de pioneros, cuyo lema era: “Pioneros, por el comunismo, seremos como el Ché”.
Pero la ambición de Fidel no se limitó a América Latina, también apoyó movimientos revolucionarios en África, particularmente en Angola, provocando luchas fratricidas y tribales que costaron muchas vidas.
Antes de que se cerraran las puertas de Cuba, muchos que previeron lo que se veía venir con Fidel Castro, se exiliaron. Y así como ocurrió con las muertes de quienes intentaron cruzar el Muro de Berlín, para escapar del gobierno comunista de Alemania Oriental, en las aguas del caribe quedaron sepultados los cuerpos de muchos cubanos que intentaron huir de la Isla en embarcaciones improvisadas.
Fidel pudo mantenerse en el poder gracias a los apoyos económicos, de la Unión Soviética, y a la caída de ésta, de Venezuela. También se volvió cómplice del tráfico de drogas y cuando fue descubierto, ajustició a uno de sus generales que era operador del mismo. Además, inventó los apoyos de salud a otros países, con brigadas médicas en las que explota al personal sanitario, mientras realiza cobros jugosos a los estados donde las despliega.
Así como ante la manifestación pacífica el gobierno cubano respondió con la consigna pública de la represión, sus ecos llegaron hasta México, cuando una conferencia de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos A. C. se realizaba frente a la Embajada en nuestro país, en un primer momento intentaron sabotearla con grandes bocinas que opacaran la voz de quienes se solidarizaban con el pueblo cubano y, poco después, uno de los funcionarios de seguridad de la misma salió a agredir, en suelo mexicano, a quienes no comulgan con ellos. La negación de libertad de prensa que imponen en Cuba también la pretendieron extender a nuestro país.
Quien niegue la triste realidad que sufre el pueblo cubano, está ciego o es cómplice de ese gobierno totalitario.
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