Ya sabemos que una de las obsesiones del presidente de la República fue eliminar los organismos autónomos que no pudiera controlar. También que al no poder desaparecerlos, ha maniobrado para controlarlos o mediatizarlos de modo tal que no se constituyan en un obstáculo para sus propósitos. Esto último, por ejemplo, parece haberlo logrado en el INE, que al no poder realizar la reforma legal que pretendía, consiguió que, en la renovación de consejeros, se ubicara como presidente a una mujer proclive a Morena.
Otra institución contra la cual lanzó sus fuerzas el residente, es el INAI, organismo que ha sido pieza importante en el proceso de transición democrática al ser posibilitador del derecho a la información y que ha permitido que se descubran muchas de las anomalías y actos de corrupción de la Administración Pública.
La oposición presidencial al INAI podría pensarse que no tiene lógica, cuando algunos de los escándalos de la anterior administración y que le beneficiaron, fueron las denuncias resultantes de la información que se obtuvo gracias a la existencia del INAI. Sin embargo, sabedor de que la transparencia exhibe lo que está mal, en un gobierno tan desordenado como el actual, dar a conocer que hay muchas irregularidades en la administración actual podría ser un factor negativo para el ya de por sí discutido ejercicio gubernamental actual.
El presidente ha abusado de la opacidad, no de ahora, ya durante su jefatura de gobierno en el Distrito Federal, ocultó la información sobre los segundos pisos. Ahora también ha pretendido ocultar el ejercicio de sus obras emblemáticas, calificándolas de seguridad nacional. Pero, al mismo tiempo, numerosas dependencias han obrado discrecionalmente en el ejercicio de sus recursos y en la contratación de terceros, lo cual hace sospechar que lejos de haber acabado con la corrupción, ésta se ha mantenido.
A fin de evitar que los trapitos sucios salgan a la luz pública, el presidente diseñó una estrategia para que el INAI no pudiera operar y, por lo tanto, no salieran adelante los recursos de inconformidad respecto de solicitudes de información que no son atendidas o negadas por las dependencias. La medida fue muy sencilla: impedir que el Consejo del INAI pudiera operar. Se apoyó en la salida de varios de los consejeros y la negativa a reponerlos. Primero objetó a quien ya había sido designado por el Senado y, después, simplemente dio instrucciones a la Cámara Alta de que no diera curso a la designación de los consejeros necesarios (3 de 7) para que se reuniera el pleno. La ley exige que las sesiones reúnan por lo menos a 5 consejeros, pero eso vino a resultar imposible y, por tanto, el Instituto de acceso a la información ya no pudo operar.
La maniobra parecía exitosa. Sin embargo, ante la imposibilidad de actuación, el INAI acudió a la justicia para solicitar que se obligara al Senado a nombrar, conforme le está mandatado, a los consejeros faltantes o, al menos, uno para que pudiera operar la institución. Y pese al mandato del Poder Judicial, el Senado mantuvo su inacción siguiendo instrucciones claras y precisas de no hacerlo, pues según indicó el Secretario de Gobernación al transmitir las instrucciones presidenciales a los senadores, ése era el mejor escenario para el Gobierno.
La instancia del INAI respecto de la necesidad imperiosa de operar y el evidente sabotaje del Senado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio un paso importante para resolver de manera provisional el asunto, autorizando que el Pleno del INAI opere con cuatro consejeros, y para impedir el empate, que quien preside la sesión tenga voto de calidad. Con esto se rompió el cerrojo y se impidió un abuso de poder del Ejecutivo y el Legislativo.
Se sabe que existen numerosos casos pendientes de dictamen, por lo que es de esperar que, poco a poco, vayan surgiendo situaciones que no resultarán del agrado de las autoridades y que podrían ser elementos que en un momento dado pudieran frenar a la Cuarta Transformación, pues, aunque se autodefine que no es igual a los gobernantes del pasado, los casos de corrupción han venido saliendo, aunque se les trate de minimizar. Pero ahí están.
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