El presidente ha hecho el ridículo con decisiones de política internacional desacertadas tanto en el nombramiento de diplomáticos como en el inconsistente anuncio de la pausa de relaciones con España.
Andrés Manuel López Obrador ha querido revivir en su gobierno acciones y decisiones de dos expresidentes con los que, sin duda, se identifica: Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría. Ambos fueron populistas y en su momento tuvieron gran popularidad.
Cárdenas expropió y repartió muchas tierras; fortaleció y estructuró al Partido de la Revolución Mexicana, cambiando el nombre al Partido Nacional Revolucionario de Plutarco Elías Calles y fortaleciendo los sectores del Partido; apoyó a la República Española; trajo refugiados y rompió con el gobierno de Francisco Franco; reformó la Constitución para establecer la educación socialista, y, entre otras cosas, expropió las empresas petroleras extranjeras. Fue un gobierno de izquierda afín a la Unión Soviética.
México no fue neutral en el caso de la Guerra Civil Española, y además de los apoyos otorgados al bando de la República, a su derrota no sólo admitió a refugiados, entre ellos numerosos intelectuales de izquierda que serían acogidos en centros universitarios, sino que hospedó simbólicamente al Gobierno de la República, que no gobernaba a nadie. Al reformar el artículo 3º. de la Constitución introduciendo un modelo educativo antirreligioso con la pretensión de transmitir la comprensión “exacta” del universo, pretendía imponer un pensamiento único, incluso en las Universidades, algunas de las cuales se plegaron, pero otras más resistieron y defendieron su autonomía.
En cuanto a la expropiación petrolera, a quienes se afectó principalmente fue a las empresas europeas que explotaban el petróleo en el país. Todo ello después de un conflicto laboral en el cual mediante juicio se ordenó a las mismas la aplicación de medidas que ellas no estuvieron dispuestas a asumir, por lo que después de un juicio de resolución no acatada, procedió a la expropiación. Hay que señalar que durante el anuncio de la misma en el balcón de Palacio Nacional estaba presente el Embajador de Estados Unidos avalando la decisión. Sin embargo, eso no afectó las relaciones diplomáticas con ningún país. Esto en un apretado resumen de ese gobierno.
En cuanto a Luis Echeverría, podemos recordar que hizo una campaña electoral imitando la de Lázaro Cárdenas, haciendo promesas aquí y allá, impulsando nuevas expropiaciones de tierras e impulsando la invasión de algunas; su desencuentro con los empresarios fue constante por sus políticas populistas que generaron una creciente inflación, que terminó en una gran devaluación, y su política laboral impulsora de conflictos internos. Durante su sexenio tuvieron auge los movimientos guerrilleros y los secuestros. En materia educativa reformó los libros de texto obligatorios para introducir elogios a Fidel Castro y a Salvador Allende. Y ante el golpe de Estado de Pinochet en 1974, también acogió a intelectuales socialistas a quienes también abriría espacios en el ámbito educativo y cuando terminó de expatriar a los refugiados en la Embajada Mexicana en ese país, rompió relaciones con Chile. También rompió abruptamente relaciones diplomáticas con la China Nacionalista para establecerlas con la China comunista, y, casi al fin de su sexenio, rompió toda comunicación con España –seguíamos sin tener relaciones diplomáticas aunque sí comerciales-, al grado de impedir que los pasajeros que llegaron en el vuelo de Iberia el día del anuncio, descendieran de la nave, regresándolos. Tampoco en este último caso hubo neutralidad ante la ejecución de un terrorista de ETA por parte del Gobierno Español.
El gobierno de López Obrador echó atrás la reforma educativa con la que se pretendió mejorar el sistema educativo del país y rescatarlo de las manos sindicales, para congraciarse con el Sindicato y su línea disidente, y entregó la formación de los niños nuevamente a la izquierda radical, que nuevamente usa los libros de texto para corromper mentes, que combate a los investigadores desde el CONACYT y desde allí da un golpe al CIDE, en un experimento de lo que se pretende hacer con las Universidades, y ahora pretende dar marcha atrás a la reforma eléctrica. En materia económica logró frenar el crecimiento desde el inicio de su gobierno y nada hizo para respaldar al sistema productivo en el contexto de la pandemia, incrementando con ello los niveles de pobreza. De la violencia, ni hablar, él lo resumió: “abrazos, no balazos”
Se puede decir que en los casos de Cárdenas y Echeverría, ambos tenían motivos ideológicos y políticos para romper relaciones con otras naciones, olvidados de la Doctrina Estada que tanto pregona el gobierno de México para justificar sus cordiales relaciones con otros países totalitarios o autoritarios. En el caso de Bolivia, México concedió asilo a Evo Morales y parte de su equipo, enviando un avión para rescatarlo, pero no hubo ruptura. Pero tampoco hubo reacción ante las violaciones electorales y la represión abierta contra la oposición en Nicaragua, “porque tenemos relaciones con todos”. No se diga los apoyos otorgados a Cuba y Venezuela, al grado de traer a Nicolás Maduro a la conmemoración del bicentenario de la Independencia.
Y ahora resulta que “pausamos” (lo que eso signifique) relaciones con España, porque dizque algunas empresas de ese país se han portado mal y nos explotan con sus inversiones. Habla y habla, pero no prueba nada, cosa que sí pide ante las denuncias de acoso sexual de un candidato a embajador o al gobierno de Guerrero. Queriendo imitar, el presidente ha hecho el ridículo con decisiones de política internacional desacertadas tanto en el nombramiento de diplomáticos como en el inconsistente anuncio de la pausa de relaciones con España, país con el que tenemos fuertes lazos históricos, culturales, económicos y sociales.
Nieto de inmigrantes españoles, la actitud reiterada del presidente ante España, recuerda la de esos “pochos” que en Estados Unidos se avergüenzan de su origen mexicano, y se comportan con nuestros paisanos peor que los discriminadores de ese país.
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