¿Repetirá el PAN la historia de 1976?

Las contiendas internas de Morena y el Frente Amplio por México avanzan. En su recorrido aparecen decisiones y conflictos en ambos campos. Por un lado, Marcelo Ebrard ha señalado claramente que existe una clara intromisión del Sector Público en el proceso, cargando la balanza a favor de Claudia Sheinbaum y pidiendo que se pare lo que considera una violación del pacto que se hizo entre los participantes en “la no campaña”. Esto ha sido interpretado como una ruptura ante una derrota cantada. Al momento de escribir estas líneas, la aludida ha negado el hecho, al igual que la dirigencia del Partido. Sin embargo, el presidente habló de una duda razonable.

Una ruptura de Ebrard con Morena abre la posibilidad de reiterada en muchos ambientes, de que podría irse y ser candidato del Partido Movimiento Ciudadano. Esto modificaría el escenario para el 2024, al menos del lado del grupo de López Obrador, lo cual le restaría algunos votos. Esto era el gran temor que había siempre, porque ha existido la percepción de que la “corcholata” preferida de López Obrador es Claudia y que los dados (las encuestas) están marcados.

Ebrard siempre se mostró cambiante cuando se le interrogaba sobre la posibilidad de salir de Morena e irse a otro partido. Algunas veces amenazaba con ello si no había juego limpio y otras manifestaba una fidelidad total a su partido, aunque perdiera la candidatura. No hay, pues, posibilidad de prever que pasará si no hay alguna corrección interna en el proceso.

Por otra parte, en el Frente Amplio por México, la depuración ha continuado. Después del anuncio de cuatro semifinalistas, dos del PRI, uno del PAN y otra independiente que, sin embargo, ha realizado su carrera política con las siglas del PAN, y así es identificada o etiquetada por muchos, la lista se redijo a 3, al ser eliminado Enrique de la Madrid.

¿Cuál es la consecuencia de este hecho? Con las cifras últimas se pudo constatar que el apoyo a Beatriz Paredes subió como la espuma de un día para otro. Esto ha sido señalado como sospechoso por algunos, pero tiene una explicación posible: una vez que el PRI pierde un posible candidato, sus votos emigran hacia la candidata tricolor, se suma de esta manera la fuerza.

Esto indica que el PRI conserva una estructura interna que es capaz de movilizarse para demostrar fuerza e, independientemente de las simpatías, apostar a quien representa al Partido con la idea de recuperar el poder, aunque sea en alianza. Esta es la ventaja que tienen los partidos para mostrar fuerza, independientemente de que en las últimas elecciones haya caído su fuerza electoral, tanto en elecciones estatales o en la renovación de la Cámara de Diputados. Y aunque muchos priistas han emigrado a Morena, también los hay fieles.

En cuanto a quienes juegan como panistas, lo cierto es que Mark Cortés y la nomenklatura del PAN siempre han estado con Santiago Creel, a pesar de no ocupar los dos primeros lugares. En cambio, la fuerza de Xóchitl Gálvez proviene principalmente de la sociedad civil y sus múltiples organizaciones. No se trata, entonces, de una estructura única, como los partidos, aunque ha demostrado mucha fuerza y se posicionó en el primer lugar. Pero no es panista.

Hoy los votos de quienes participan con las siglas del PAN están divididos, frente a la unificación de los votos del PRI. Evidentemente, quien es más competitiva es Xóchitl, pero podría ocurrir que Creel no se retire de la contiende y, por lo tanto, al dividirse los apoyos desde el panismo y la sociedad civil, Xóchitl resulte perdedora al final.

Estamos ante un escenario similar al que vivió el PAN en 1976, cuando no tuvo candidato a la Presidencia de la República porque a pesar de que Pablo Emilio Madero, apoyado por José Ángel Conchello, era quien más votos tenía en la Asamblea del Partido, no alcanzaba la votación calificada que marcaban los estatutos. Existía la opción de que Salvador Rosas Magallón, el otro contendiente, se retirara y entonces Madero tuviera los votos que necesitaba, o que el Consejo Directivo del Partido le diera sus votos, con lo cual ya tendría los necesarios para ser candidato. Pues no ocurrió ni lo uno ni lo otro. Y, entonces, no hubo candidato.

Hoy la disyuntiva es semejante. Creel no va a crecer, pero tiene el apoyo de un PAN disminuido, en tanto que Xóchitl ha crecido, pero podría no superar los votos de un PRI unificado. ¿Preferirán Creel y la dirigencia del PAN quedar en tercer lugar o, finalmente, sumar sus votos con Xóchitl? Ésas es la gran interrogante. 

Podría ser que Beatriz Paredes fuera la candidata, del Frente, para como priista desgastada, no conmueve al electorado, pues sería más de lo mismo, aunque ella diga que no. No emociona. En cambio, Xóchitl ha demostrado que, de no estar en la escena, en cuanto irrumpió, la posibilidad de un triunfo de la oposición se volvió real. Las dirigencias tienen la palabra.

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