Todos los candidatos realizan grandes promesas durante sus campañas. Se trata de un vicio democrático generalizado en el mundo. Se da el caso, incluso, que cuando algunos llegan al poder, gobiernan con el programa de alguno de sus adversarios cuya propuesta no fue apoyada por los electores. Otros, hay que reconocer, quienes se esfuerzan por cumplir lo que prometen y lo plasman en un plan de gobierno.
En el caso mexicano hemos tenido de todo, pero como quiera que sea, en el pasado y a pesar de los errores del PRI y su autoritarismo, México creció y logró ser considerado como un país en vías de desarrollo y hasta ser admitido en la OCDE. Hoy, en cambio, decir que estamos estancados es ser optimista. Como recordarán, la propuesta de Plan Nacional de Desarrollo que se le hiciera al presidente López Obrador por parte de quienes eran responsables de redactarlo, fue a dar a la basura. En su lugar el presidente presentó una propuesta teórica e ideológica, sin propuestas concretas y programas medibles.
Podemos hablar de promesas cumplidas e incumplidas por parte del presidente. Entre las cumplidas se encuentran las del rubro “al diablo las instituciones”. Uno de los temas principales fue la campaña contra las instituciones autónomas, ya fuera eliminándolas o paralizándolas para que no puedan cumplir con sus funciones. De paso, fue la apropiación de los fideicomisos para financiar los programas sociales que, junto con sus obras emblemáticas son el centro de su administración.
Otra de las promesas cumplidas fue la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco, a pesar de su avance y a tan alto costo, que para muchos se equipara con el Fovaproa, el cual ha sido objeto de críticas constantes por parte de López Obrador, pues las indemnizaciones serán pagadas con nuestros impuestos.
En cuanto a las promesas no cumplidas se encuentra el combate a la violencia, independientemente de la creación de una frustrada Guardia Nacional, cuya inutilidad se hace evidente, ya que el número de homicidios hasta ahora, ya superó el del gobierno de Peña Nieto. Entre los “abrazos y no balazos”, las acusaciones con papás y mamás a los malos, y culpabilizar al pasado, la inseguridad cubre a todo el país.
La destrucción del sistema de salud al cancelar el Seguro Popular lo sufren los más pobres del país, quienes se supone que eran la prioridad del presidente. Decir que vamos a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, ha generado la broma de que el objetivo de cubertura de dicha promesa –si es que se logra- es la atención a 5 millones 857 mil personas, que es el número de habitantes que tiene ese país.
También hay que recordar la política energética, que, al inicio del sexenio, con el pretexto de combatir el huachicoleo, generó una crisis de escasez sin que se resolviera el tema, pues el robo de combustibles continúa. Por otra parte, el deterioro de la plata productora de Pemex ha sido exhibida y los accidentes en ellas se multiplican por falta de mantenimiento adecuado. Tampoco se logró abaratar las gasolinas, aunque se trabajó para evitar un alza exagerada, mediante fuertes subsidios, ahora se han eliminado debido al abaratamiento de las importaciones gracias al “superpeso”. Los consumidores seguimos pagando precios más altos cada vez. Ciertamente el mercado así lo determina, como ocurrió en el pasado, pero contra lo cual se pronunciaba continuamente AMLO, haciendo gala de su ignorancia en economía.
Finalmente, otra de las áreas que ha sido afectada por la actual administración es la educación, con las reformas que sí le cumplió a la SNTE para dar marcha atrás a lo realizado en el sexenio de Peña Nieto con el apoyo del Congreso, e iniciar una reforma de un nuevo sistema educativo desde la educación básica hasta la superior, que ha sido puesta en duda, tanto por su diseño como por su implantación improvisada, por los expertos en la materia como los padres de familia.
Lo único que ha sabido hacer bien este gobierno, es gastar y gastar mal, al grado de que, en contra de lo que se dice, la deuda del Estado sí se ha incrementado y nuestro crecimiento económico y el bienestar de la familia, no avanzan.
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