Por el poder del voto

Frente a los síntomas de autoritarismo del actual sexenio, no cabe duda que es necesario lograr un equilibrio del poder, evitando que Morena y sus aliados tengan el control de la Cámara de Diputados.



Uno de los instrumentos de la vida democrática es el voto. México vivió durante prácticamente todo el Siglo XX una neutralización del mismo. Por un lado, los fraudes electorales fueron la norma cuando el partido en el poder veía que a pesar del control que tenía sobre el proceso electoral, corría peligro el triunfo de sus candidatos. Lo mismo se rellenaban las urnas, se organizaban procesos de “carrusel” para depositar votos previamente marcados, se robaban las urnas o se reprimía a la sociedad.

Por otra parte, la mecánica impositiva del partido en el poder hizo el milagro de que en México antes de que se hicieran las elecciones, ya se supiera quién sería el siguiente presidente, gobernador o cualquier candidato. Eso generó una conciencia de inutilidad del voto, por lo que algunos se negaban a votar, “pues ya sabemos quién va a ganar”, y otros, para no ser parte de los perdedores, votaban por el partido ganador de siempre, validando así su victoria. Pero el hecho es que el abstencionismo electoral, por el voto inútil, pasó a formar parte de la cultura política mexicana.

Para que el poder del voto se validara, fue necesaria una prolongada lucha por la transición democrática. Se requirió de la movilización social y la decisión de algunos partidos para realizar una reforma electoral que, primero, quitara del control gubernamental los comicios y, luego, se generaran instituciones que pudieran garantizar la organización independiente de la votación, su control y su validación. Fue así como surgieron el IFE, hoy INE, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Respecto del TEPJF hay que señalar que es una creación producto de la transición, pues anteriormente el Poder Judicial no intervenía para garantizar la justicia electoral. Era la Comisión Federal Electoral y los órganos legislativos –que actuaban como juez y parte- quienes calificaban y validaban la votación, sin que pudiera acudirse a los tribunales para denunciar los delitos o las fallas electorales. Hoy el Tribunal es el último recurso para demandar justicia y sus decisiones son inapelables, de ahí su importancia.

Mediante ese proceso, imperfecto sin duda, pero muchísimo más confiable que lo que existió antes, la ciudadanía ha podido recuperar su confianza en el voto y hacerlo valer. Esto ha permitido la alternancia de los partidos en los cargos públicos.

Sin duda que las resoluciones del INE y del Tribunal nunca dejan satisfechos a todos, pero hoy se han convertido en el blanco favorito de quien desde el poder y con su partido, se dedica a descalificarlos, denostarlos y agredirlos cuando no resuelven conforme a sus deseos, los cuales, como lo han dicho ellos, deben cumplirse por encima de la ley.

Esta andanada desde el poder y ciertas actitudes de magistrados del Tribunal, habían generado la sospecha de que éste se había sometido a la voluntad del Ejecutivo y, por lo tanto, se preparaba un fraude electoral como los del pasado, sin poder de apelación. No faltaban opositores al actual partido en el poder, que venían preconizando la inutilidad del voto, favoreciendo con ello el ansiado triunfo electoral de Morena, por parte del presidente.

La inhibición del voto y la abstención siempre han favorecido al partido en el poder, de ahí que busque por un lado que sólo acudan a las casillas quienes se lo garantizan gracias a la compra del voto o la amenaza, mediante los programas sociales, y por otro lado que se desaliente el poder del voto.

Ante este escenario que se estaba reconfigurando ante los próximos comicios, la decisión del Tribunal Federal Electoral de ratificar las decisiones del INE de cancelar las dos candidaturas a gobernadores de Guerrero y Michoacán por parte de quienes incumplieron con lo establecido en la Ley, y la ratificación de las normas respecto de la asignación de curules para evitar una sobrerrepresentación en el Congreso, son una bocanada de aire fresco que deben impulsar a la ciudadanía a acudir a las urnas el próximo 6 de junio. Todo indica que se puede confiar en los órganos electorales.

Frente a los síntomas de autoritarismo del actual sexenio, no cabe duda que es necesario lograr un equilibrio del poder, evitando que Morena y sus aliados tengan el control de la Cámara de Diputados y, menos aún, que cuenten con la capacidad de reformar la Constitución para dar gusto a los caprichos presidenciales.

Afortunadamente hoy son muchos, incluso entre quienes creyeron en el actual presidente, los que o están decepcionados o se dan cuenta del peligro que para la democracia y el desarrollo del país representa la actual administración si no existen contrapesos legales y jurídicos. Por segunda vez, la primera fue en 1997, una elección intermedia se vuelve decisiva para la transición y consolidación de la democracia en México. La única opción para ello es ejercer el poder del voto.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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