Gracias a Lili Téllez México ha demostrado ser un país a favor de la vida.
Fuerte, claro y con gran valor, como suele hacerlo, habló la senadora Lili Téllez para poner en su lugar a su colega Patricia Mercado, quien, con desparpajo, insolencia y con una conducta invasiva llenó de trapos verdes el Senado de la República, ensuciando con los mismos los escaños de los legisladores, a quienes sin pedir permiso los quería presentar como partidarios del asesinato del aborto. Ante Lili no me queda más que quitarme el sombrero. Se presentó como una verdadera dama.
Contrasta la actitud de Lili con la de otras legisladoras, particularmente con las del PAN que se supone siempre han sido defensoras de la vida y que luego incurren en devaneos con lo políticamente correcto, creyendo que de esa manera logran más adhesiones, cuando en realidad lo único que han logrado es que su partido pierda identidad y apoyos.
Resulta sorprendente la terquedad de las feministas que quieren convertir una conducta criminal, el aborto, en un derecho de la mujer. Insisten e insisten de tal manera, con el apoyo de los medios de comunicación que hacen eco de su demanda, que parecería que la mayoría de las mujeres están a favor de dar muerte a sus hijos en el vientre materno. Pero lo más asombroso es la forma grotesca en la que algunas de estas demandantes lo hacen, desnudándose en pública y actuando de forma tal que lejos de elevar la figura de la mujer y resaltar su dignidad, se presentan como prostitutas que ofrecen su cuerpo en busca de placer.
Afortunadamente en todos los partidos políticos existen legisladores que verdaderamente aprecian a la mujer y buscan protegerla y salvar las dos vidas, impidiendo la muerte prematura de los niños en proceso de gestación. Y es que el sentido común no ha desaparecido en todos, ni las mentes o conciencias se han nublado al grado de hacer del crimen –porque el aborto lo es– un hecho no sólo intrascendente y anecdótico, sino algo exigible y obligatorio para los médicos y el Estado. Se trata de una moda mundial que demuestra que el nazismo pudo ser derrotado militarmente, pero sus pérfidas ideas lograron sobrevivir.
Fue venturoso, también, que la claridosa intervención de Lili Téllez haya coincidido con que en Nuevo León, legisladores de diversos partidos políticos, incluidos de Morena, hayan votado a favor de la reforma de la Constitución de ese estado para garantizar la protección jurídica de las personas, desde la concepción hasta la muerte. Ese hecho fue más trascendente y evidente del verdadero sentir de la sociedad mexicana, que el tapiz verde, artificial, de la senadora Mercado.
Pese a las reiteradas campañas y las encuestas manipuladas, México es un país a favor de la vida. Ya son 21 los estados de la República que han homologado sus constituciones para dar protección a los niños en el vientre materno, a hombres y mujeres durante todas su vida, incluidos los enfermos y adultos mayores, preservándolos de la eutanasia. Lamentablemente, la Ciudad de México, con el impulso entonces del PRI y del PRD, a pesar de que el aborto sigue siendo un delito, se autorizó su realización no sólo de manera impune hasta la semana decimosegunda, sino que hasta se realiza gratuitamente en instituciones gubernamentales, sin que por ello dejen de existir los negocios de la muerte.
De actuar congruentemente, en el hipotético caso de que el Congreso Federal llegara a aprobar el aborto, éste sería rechazado por esas 21 legislaturas. ¿A qué, pues, insistir senadora Mercado y cómplices, en pretender la aprobación del aborto en México? Ya de por sí, y desde hace años, se han considerado causas atenuantes para no aplicar sanción a las mujeres en algunos casos, pero eso no debe significar impunidad a quienes propician, obligan y realizan los abortos. Matar a un niño es un crimen que no debe quedar sin sanción.
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