Hay de marchas a marchas

Las marchas son una forma de expresión social para exigir, aplaudir, repudiar o apoyar a las autoridades. Esto nos demuestra que la sociedad está en movimiento y cuando esto sucede, los políticos deben cuidarse.


Manifestaciones de inconformes


La sociedad ha encontrado en las marchas una forma de expresión para hacerse oír de los gobernantes. Es un ejercicio que, aunque reconocido en la Constitución desde sus orígenes, no fue practicado con tanta frecuencia como ahora. Las marchas siempre han existido, pero no siempre pudieron avanzar libremente, sino que fueron repelidas por las autoridades de diversos modos. En unos casos, a inicios del siglo XX, fueron los bomberos el medio utilizado para dispersar con chorros de agua a quienes exhibían de ese modo su inconformidad con el ejercicio del poder por un motivo u otro. También el caminar ha sido una forma de expresión religiosa que ha usado nuestro pueblo para manifestar la fe, como ocurre en las peregrinaciones a diversos santuarios.

Para no hacer historia sobre esta forma de expresión y participación política o social, quisiera hacer referencia a algunas de las más recientes en México y en el mundo.

Con motivo de la creciente violencia en el país, Javier Sicilia y la familia Lebaron, junto con numerosos líderes sociales y ciudadanos, volvieron a las calles para exigir una política pacificadora del país basada en la verdad y la justicia. Al llegar al Zócalo capitalino fueron recibidos en medio de agresiones por partidarios del presidente Andrés Manuel López Obrador. En el interior de Palacio Nacional fueron atendidos algunos representantes. El presidente se negó a recibirlos para no verse involucrado en los incidentes que pudieran suceder. Y aunque parecía referirse a posibles actitudes de los inconformes con las políticas pacificadoras de la actual administración, a la luz de los hechos podría pensarse que conocía cuál sería la recepción hostil que tendría la marcha.

Y es que el presidente sólo ha admitido como válidas sus marchas del pasado o las que favorecen a su causa. A los demás los descalifica, aunque los tolere. Así lo hizo con los conservadores –dijo– que guardaron silencio con la actuación de Genaro García Luna, como si él hubiera levantado la voz entonces, aunque también habló de silencios ante Ayotzinapa, cosa que fue refutada por quienes realizaron esta reciente marcha. Pero esa ha sido siempre su actitud, como cuando era jefe de gobierno en la Ciudad de México y menospreció la multitudinaria marcha blanca, una de las más grandes del país.

Otra reciente y contrastante manifestación es la de las feministas radicales que, en supuesta protesta contra la violencia, se convierten ellas o algunas de ellas, en hordas destructoras que arrasan contra todo lo que encuentran a su paso y agreden a mujeres, como ellas, pero que se desempeñan como policías, arrojándoles pintura a la cara e insultándolas. Ellas son émulas de las violentas manifestaciones que se han realizado en Chile desde el año pasado y que constituyen un incendio incontrolado que se ufana de su labor destructiva. Estas “marchas” más se asemejan a una guerrilla urbana que a un movimiento ciudadano haciendo oír su voz, pues no sólo agreden a las autoridades o lo que las representa, sino a otros ciudadanos, negocios y hasta templos.

En otro contexto, más de cincuenta mil jóvenes mexicanos procedentes de todo el país participaron en la peregrinación al Monumento a Cristo Rey, en Guanajuato. Al tiempo que daban testimonio de su fe religiosa, los participantes también se manifestaron contra las injusticias y los atropellos que ocurren diariamente en el país, que han llevado a la pérdida de la paz a miles de mexicanos. Subrayaron el contraste entre el mensaje pacificador de las autoridades y su continua insistencia en la legalización del aborto, así como que no han hecho nada efectivo para controlar la creciente violencia en el país, pues quienes a ella recurren saben que gozarán de impunidad. Estos miles de jóvenes suelen ser ignorados por muchos medios de comunicación y por las autoridades.

A su vez, en Estados Unidos, donde anualmente se realiza una marcha a favor de la vida, que se dice es la más grande del mundo y que tradicionalmente había sido menospreciada por las autoridades, en esta ocasión contó, por primera vez, con la presencia del presidente de ese país, quien se pronunció de forma enérgica y clara a favor del respeto a la vida de los niños no nacidos y por nacer. No dejó de ser, sin duda, un evento con trasfondo político por un presidente que busca la reelección. Sin embargo, en contraste con la imagen que nos han proyectado de él como un hombre racista, fue sorprendente encontrar en ese evento gente de color que se pronunció a favor del presidente norteamericano.

Queda claro que en México y en el mundo hay de marchas a marchas. Las hay en Europa y Hong Kong, unas son pacíficas y otras violentas. Unas son atendidas por las autoridades y otras son reprimidas. Pero no cabe duda de que ellas constituyen, hoy por hoy, una creciente forma de expresión social para exigir, aplaudir, repudiar o apoyar a las autoridades. Esto nos demuestra que la sociedad está en movimiento y cuando esto sucede, los políticos deben cuidarse.

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