Hay casos que aún se recuerdan y vale la pena tener en la memoria. Uno de ellos fue el de Excélsior con Luis Echeverría, que pasó del amor al odio.
Una de las características de los gobiernos autoritarios ha sido la persecución a la prensa libre, a los críticos. Del mismo modo, esos sistemas apoyan a la prensa sumisa o la controlan para evitar que se conviertan en una molestia. Durante la “dictadura perfecta” del siglo pasado, con el PRI, el control fue real, aunque muchas veces sutil. El embute, las buenas relaciones y negocios con los propietarios de los periódicos, la publicidad gubernamental abierta o mediante gacetillas y la PIPSA, se logró la sumisión generalizada, la crítica sutil –nunca al presidente–. Claro que también hubo represión a periodistas y excepcionalmente a periódicos o revistas.
Hay casos que aún se recuerdan y vale la pena tener en la memoria. Uno de ellos fue el de Excélsior con Luis Echeverría, que pasó del amor al odio. Como en los años setentas el periódico se inclinó a la izquierda, algunos empresarios decidieron retirar su publicidad del diario que les era hostil. Como eso afectó las finanzas de la cooperativa, el gobierno acudió en su auxilio. Horacio Flores de la Peña, entonces secretario de Patrimonio Nacional, instrumentó un apoyo publicitario al periódico a través de las paraestatales. Sin embargo, la línea del periódico también fue crítica al gobierno de Echeverría, por lo cual se realizaron diversas acciones contra él, tanto indirectamente, como fueron los problemas del fraccionamiento Paseos de Taxqueña, propiedad del diario, como la destitución de la dirección de Julio Scherer.
Otro caso fue la maniobra mediante la cual se impidió que Eugenio Garza Sada adquiriera la cadena García Valseca, editora de los Soles en todo el país, y que según se especula, fue la causa de la muerte del empresario regiomontano líder del “Grupo Monterrey” en aquellos años.
Y una más a cargo del PRI, instrumentada por Manuel Bartlett Díaz, fue la intervención de la revista IMPACTO, de Mario Sojo, que alcanzó una gran circulación por sus fuertes críticas al gobierno priista. La represión inició con el control del papel, hasta que se la quitaron. Un intento semejante se hizo con el periódico el Norte de Monterrey, padre del periódico Reforma, al cual se ha dedicado a atacar por los mismos motivos el actual gobierno.
Estos antecedentes sirvan de recuerdo para conocer cómo actúan los gobiernos autoritarios, de los cuales el actual aspira a imitar, pues marcha por ese camino, según se acaba de evidenciar públicamente con el “castigo” a la revista Nexos, vetándola a través de la Secretaría de la Función Pública, para que los organismos gubernamentales puedan realizar nuevos contratos con el medio que dirige Héctor Aguilar Camín, y que se ha convertido en un organismo crítico, de alto nivel, a la actual administración.
Y no es el único caso. periodistas como Pedro Ferriz de Con, Carlos Loret de Mola y otros más, han sido removidos de sus medios o de sus cargos, por sus posiciones críticas al gobierno. Al mismo tiempo, las autoridades prácticamente no resuelven los casos de los periodistas asesinados en el país, con lo cual se genera un clima de inseguridad para todo el gremio, que ha llamado la atención de todos los organismos internacionales que luchan por la libertad de prensa en el mundo. Se trata de un tema que debemos vigilar.
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