Mientras en la escena pública se produce una confrontación entre la sociedad y el gobierno que la menosprecia, pasa desapercibida la ineficacia del actual gobierno, que ofrece una transformación del país, sí, pero hacia atrás. Es sabido que en tanto que inexplicablemente el presidente mantiene una elevada popularidad, según las encuestas, su gobierno resulta reprobado. ¿Cómo es que se disocia a quien encabeza el fracaso gubernamental de quien lo encabeza? Es todo un fenómeno digno de estudio.
Que el actual gobierno no está resultando eficiente, lo señala el Coneval con los pelos de la burra en la mano. Como se ha hecho poco eco a las cifras acerca del desempeño de los programas sociales de la actual administración, el presidente no ha tenido decir que tiene otros datos. Pero también podríamos decir que el que calla, acepta.
En un informe sobre el resultado de los programas sociales a mitad del sexenio, las cifras indican que, de acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo, son muchos los retos que se tienen que enfrentar para alcanzar lo ofrecido.
Según la evaluación, 33 programas habían avanzado menos del 23 por ciento en el logro de sus metas, por lo cual no se espera que se solucionen los problemas que pretendían atacar y para los que fueron puestos en marcha.
El informe señala que hay, tres programas con la mayor cantidad de indicadores en retroceso, como son el Especial Concurrente para el desarrollo Rural Sustentable, el Institucional del IMSS y del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Y con estas fallas, el presidente dice que tenemos grandes avances para tener un sistema de saludo como el de Dinamarca. Poco favor le hace al país nórdico que, sin duda, aunque no le crea, tampoco puede protestar por esas comparaciones, pues resultaría poco diplomático.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social midió 237 indicadores de los programas, y 44 por ciento de los mismos están rezagados o muy rezagados respecto de la meta sexenal y a la mitad del ejercicio habían avanzado menos del 23 por ciento de lo que deberían haber logrado para el tercer año de gobierno. Fueron 19 los indicadores que habían registrado un buen avance. Sin embargo, eso representa un avance de apenas el 8 por ciento. Eso indica claramente que difícilmente podrán lograr lo ofrecido, aunque el presidente afirme que es muy fácil gobernar. Las cifras muestran que el 11 de los indicadores no alcanzó la meta establecida y 38 por ciento no alcanzó, cuando menos, el valor de referencia del que parten.
Hay, sin embargo, algunos resultados, aunque son mínimos. De los 237 que se comenta, el 35% de los indicadores sí alcanzó su objetivo, e, incluso un y 16 por ciento lo obtuvo por encima de lo planeado. Pero ni siquiera esos merecen una calificación óptima por parte del CONEVAL, ya que en su opinión esos buenos resultados pueden deberse a metas poco realizas o retadoras.
También olvidémonos de la transparencia y rendición de cuentas del gobierno, los programas Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes; el Especial de Cambio Climático; el Nacional de Juventud; el Nacional de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano; el Nacional de Vivienda, y el Nacional Hídrico, simplemente no reportan sus avances en más del 60 por ciento de sus indicadores.
Se trata de los programas sociales, de atención a pobres y marginados. Son la insignia del gobierno lopezobradorista que, según dijo, se atendería primero a los pobres. Y a pesar del fracaso evidente, cada día se asignan más recursos para estos programas que, como sabemos, tienen un propósito de control político, de tipo populista, y no son promotores del desarrollo humano, social y económico de los destinatarios de los mismos.
¿Cuál es el efecto transformador benéfico de las transferencias monetarias? Ninguno. Son programas asistencialistas que, aunque aseguren la sobrevivencia de muchos pobres, no les resuelven los problemas de fondo y los hacen dependientes. Se puede decir que esos programas tienen un cierto sentido castrante de la voluntad de progreso y desarrollo.
Tristemente, ni siquiera en el tema social que se nos anuncia como prioritario, estamos avanzando y, si, de acuerdo con la medición de la pobreza, estamos retrocediendo.
Te puede interesar: La batalla por el INE
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo