La actual administración del Gobierno de México ha cumplido a cabalidad aquella famosa frase de Andrés Manuel López Obrador cuando, derrotado por Felipe Calderón, se empeñaba en afirmar que le habían hecho fraude. Ese resentimiento quedó profundamente grabado en su corazón y en su mente y, en la medida en que ha podido, lo ha cumplido.
Las “justificaciones” para obrar de esa manera han sido varias, pero en el fondo obedecen a un afán de apoderarse de los recursos de dichas instituciones, aunque las acuse de corrupción o de inútiles. Respecto de lo primero, son palabras al viento, pues si tuviera pruebas, ya debería haber fincado responsabilidades a quienes han estado al frente o formado parte de las mismas. No tiene pruebas. Pero también está visto que cuando hay pruebas, protege a sus allegados, como es el caso de Ignacio Ovalle, quien fue su padrino durante muchos años para que pudiera hacer carrera política. No digamos en el caso de las bolsas de dinero que recibió para sus campañas, o la cuota obligada que cobraba la maestra Delfina Gómez a los trabajadores del ayuntamiento que presidió.
Pero también se ha lanzado contra instituciones cuya cabeza o conocimientos no le permiten entender su función y trascendencia. Tal es el caso del anuncio de la desaparición de NOTIMEX, la agencia informativa del Estado (no del Gobierno) Mexicano. A dicha ignorancia contribuyó la directora que nombró para la misma, Sanjuana Martínez.
NOTIMEX surgió como idea de ser una opción informativa que, en sus inicios, buscaba proyectar la perspectiva gubernamental respecto de temas críticos para el gobierno y contrastarla con la información generada desde la prensa nacional, las pocas agencias mexicanas y las agencias internacionales. Sin duda que ese propósito era de propaganda, sin que ello significara que carecía de información propiamente periodística. Pero, a fin de cuentas, era una agencia gubernamental.
Originalmente se le denominó Agencia Mexicana de Noticias Notimex y dependía de la Secretaría de Gobernación, lo cual ya evidenciaba que se trataba de un instrumento político. Pero en 2006 pasó a ser una Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Lo cual no significaba que fuera una agencia para dar noticias del Gobierno, sino que era una institución con independencia editorial, desvinculada de Gobernación administrada por una Junta de Gobierno plural, en donde ocupaban un lugar los representantes de los reporteros y del Consejo Editorial Consultivo.
La ley de la Agencia señalaba que la función de NOTIMEX era coadyuvar al ejercicio del derecho a la información, mediante servicios profesionales, al Estado Mexicano y a cualquier otra persona, entidad u organismo público privado, nacional o extranjero con auténtica independencia editorial.
La Agencia respondía al modelo que se ha aplicado en Europa con agencias informativas, con estaciones de radio y televisión, que buscaban evitar los posibles sesgos que dichos medios pudieran tener ya fuera por intereses políticos o económicos, dotándolos de recursos propios y mediante la comercialización de sus servicios. Es un modelo que busca la imparcialidad informativa que, por cierto, no es fácil de lograr y no siempre se alcanza, pues la información no suele ser neutral, por razones que ahora no sería fácil explicar por razones de espacio.
Para la integración del Consejo Editorial Consultivo se hizo una convocatoria para que universidades y organizaciones sociales propusieran candidatos. Tuve la oportunidad de estar entre los seleccionados, en un grupo plural de periodistas con formación, experiencia y trayectoria, con diferentes modos de pensar, que periódicamente nos reuníamos y comentábamos lo que observábamos del desempeño de la agencia, ante el Director y miembros de la redacción.
Una de las tareas que realizamos fue la redacción del Código de Ética de la agencia, donde pese a la pluralidad que podría haber llevado a pensar que no sería fácil llegar a un acuerdo, en tanto que los criterios para su desarrollo fueron deontológicos, se logró un acuerdo.
A razón de la renuncia de Raúl Rodríguez a la Presidencia del Consejo Editorial Consultivo, fui electo para ese cargo y por el mismo, pasé a ocupar un lugar en la Junta de Gobierno, donde también periódicamente se analizaban las operaciones administrativas de la Agencia, buscando su mejor desempeño económico.
La Agencia desplegó una red de corresponsales en las principales capitales, con interés particular con Sudamérica, países de los que no solían ocuparse con especial interés otras agencias internacionales. Gracias a ello, además de dichas agencias, muchos periódicos mexicanos tenían acceso a información diferente, desde una perspectiva mexicana.
Ciertamente no era una agencia perfecta, pero ya no era un instrumento de propaganda gubernamental, como lo son las mañaneras del presidente, que miente y afirma tener “otros datos” que nunca revela y que, incluso, contradicen la información de las propias dependencias o instituciones oficiales.
El presidente nunca entendió, y lo ha demostrado, qué es una Agencia Informativa de Estado, y Sanjuana Martínez, tampoco. Entre ambos se encargaron de volver inoperante a NOTIMEX con afirmaciones no comprobadas de corrupción y una huelga que no supo manejar la directora y que, sin embargo, afirma que gracias a su buen desempeño se le ha ofrecido un nuevo cargo en el Gobierno. Queda claro que ella, más que periodista, era una agente al servicio del presidente.
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