Jorge Serrano Limón, corredor incansable a quien se podía ver en los Viveros de Coyoacán por las mañanas, aun cuando sufrió de cáncer, ha llegado a la meta. Después de haber enfrentado durante años su enfermedad, finalmente sucumbió y entregó la vida. Me duele su partida, pero sé que la carrera humana que realizó durante su vida, estuvo llena de frutos y de logros.
Conocí a Jorge cuando estudiaba la secundaria. Fue un muchacho inquieto y bromista, aficionado a los cohetes y la pirotecnia. No a todos les gustaban los sustos que les sacaba por el estallido de sus palomas o el encendido imprevisto de la pólvora, pero lo hacía como una muestra de amistad o, incluso, para molestar a algunos grupos de su escuela, pero sin malicia. Nunca, que yo sepa, provocó daño alguno con esa diversión que abandonó en la madurez.
Fue buscador de respuestas sobre el sentido de la vida y cómo vivirla, y cuando las encontró tomó la firme decisión de ser un buen cristiano. Se incorporó al Comité Nacional Pro-Vida y llegó a ser su presidente, al cual se entregó como un medio para defender a quienes recién engendrados corrían peligro, amenazados por la cultura de la muerte que con insidia penetró y progresó en la sociedad mexicana desde los años setenta. Ahí emprendió importantes batallas de resistencia y promoción de la dignidad humana, particularmente del desarrollo de la misma por las mujeres como madres ya las cuales se engaña en muchos casos, para que den muerte a los hijos que llevan en su seno.
Jorge buscó todos los medios para informar, educar, orientar y rebatir a quienes con falacias han venido promoviendo el aborto y hasta pretenden visualizarlo como un derecho de la mujer. Su discurso no agradaba a muchos, incluso a algunos que también están a favor de la vida, porque era directo, sin rodeos ni concesiones. Como se dice ahora, era políticamente incorrecto y e iba contra la corriente.
Su lucha, más que ser en contra, fue a favor de la vida, por lo que no se limitó a exponer argumentos científicos, filosóficos y morales a favor de la preservación de la vida desde la concepción e, incluso, en contra de la eutanasia. Estaba a favor de un curso de vida digna para todos, pero empezando por la defensa del derecho a la vida, pues si éste no se respeta, el resto sale sobrando. Imágenes de las terribles intervenciones para acabar con la vida, destrozando los pequeños cuerpos fueron exhibidas para refutar a quienes decían que solo se eliminaba un amasijo de células. El escándalo no se hizo esperar por quienes prefieren ignorar el mal. También se encargó de producir pequeñas figuras con las que exhibía el proceso de desarrollo de los niños durante el proceso del embarazo. Sin embargo, médicos de los que se conocía como “mata cigüeñas, feministas radicales, periodistas y políticos sin escrúpulos, lo combatían en cuentos modos podían, pero él no se dejaba vencer. Otorgó entrevistas, participó en programas de televisión, acudió a foros legislativos y reuniones internacionales. Su presencia cimbraba a los enemigos de la vida humana.
De la palabra, pasó a la acción. Fundó los Centros de Ayuda a la Mujer, con los cuales orientaba a quienes por un motivo u otros querían abortar, mostrándoles la realidad de su embarazo a través de una red de equipos humanos que, armados de equipo de ultrasonido, demuestran a quienes se disponen a abortar, la realidad del hijo que llevan dentro. De ese modo, se rescatan miles de vidas a las puertas mismas de los lugares donde, falsamente, les ofrecen un “aborto seguro” (¿para ellas? ¿para el niño?), dizque en una práctica de “salud reproductiva”, hoy apoyada por las autoridades de salud y promovida a nivel internacional desde las mismas Naciones Unidas.
Los Centros de Ayuda a la Mujer, no solo disuaden del aborto, sino que apoyan a las futuras madres a través de diversos medios. Para ello, además de apoyos particulares, Jorge acudió a los programas públicos aprovechables para esa tarea. Uno de esos medios era dotar de recursos a la futuras madres para que obtuvieran alimentos y vestidos durante su embarazo. Fue así como una de las mujeres ayudadas, entre las ropas que compró adquirió una tanga. Prenda que fue registrada cuando se debía comprobar el destino de los recursos, los cuales son auditados por las autoridades que los otorgan.
Sin que el uso fuera indebido y fuera responsabilidad directa de la mujer, el hecho fue aprovechado por las autoridades, a través de una auditoría para fincarle responsabilidades, levantar denuncias, pretender despojarlo de sus bienes y dar pie a los medios de comunicación para que lo injuriaran, lo difamaran y calumniaran hasta el cansancio. Pero Jorge no se arredró, siguió trabajando por las dos vidas -de la madre y del hijo- al tiempo que se defendía legalmente y luchaba contra el cáncer que lo invadía. Y como si eso no fuera suficiente, seguía con sus carreras matutinas en los Viveros de Coyoacán.
La fuerza para enfrentar estas luchas no era una postura ideológica, ni siquiera la certeza científica de cómo es la reproducción humana. Así como corría por las mañanas, también se le podía ver cuando asistía a Misa y comulgaba en la iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán. Su fundamento último para defender a los niños para que no fueran abortados, era su clara visión de que los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y que, por el bautismo, llegamos a ser hijos de Dios.
La labor de Jorge y los Centros de Ayuda a la mujer no terminaba cuando se impedía una muerte. El apoyo a la madre continuaba y no pocas veces culminaba en el bautismo grupal de muchos niños salvados de la muerte, abrazados por madres agradecidas y felices de tener un hijo. Así pues, recibían vida natural y vida espiritual.
Algunos pensarán que la lucha de Jorge y los provida es un fracaso, porque legisladores inescrupulosos han ido introduciendo normas y políticas favorables al aborto. Pero no es así, cada vez que se salvaba a un niño de la muerte por aborto, Jorge y su equipo obtenían un triunfo, y estos se cuentan por cientos.
Hay quienes viven una vida cómoda, anodina, sin compromiso. Pasan por la tierra y no dejan huella, Jorge Serrano Limón ha partido, pero deja un surco profundo que muestra que pasó haciendo el bien, que, como decía San Pablo a Timoteo, ha dado la batalla que le correspondía y terminado su carrera, guardó lo que depositaron en sus manos, y seguramente Dios le ha otorgado la corona que corresponde a quienes le han sido fieles. Doy gracias al Señor por su vida y por la amistad que me otorgó. Descanse en paz.
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