El Poder Judicial, que tradicionalmente transitaba por senderos tranquilos, ha sido sometido en los últimos años a agresiones externas y crisis internas que preocupan por las consecuencias que pueden tener para el ya de por sí frágil Estado de Derecho.
Además del problema de la resolución de la terna que se encuentra en el Senado de la República para designar a la sustituta del ministro Zaldívar, ahora resurgen los problemas en el seno del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Vamos por partes. Primero el tema de la designación de quien habrá de ocupar la silla vacía en la Suprema Corte. La primera terna propuesta por el Presidente fue rechazada al no alcanzar la votación calificada que se requiere para elegir a un ministro de la Corte. Luego llegó la segunda, que en realidad es la primera con una modificación. Con ello el Presidente pretende arrinconar al Senado para que los votos sean a favor de una propuesta evidentemente partidista y cercana a él, con el deseo de avanzar en su intento de controlar al Poder Judicial.
En realidad, el presidente se va a salir con la suya por los dos posibles caminos que están abiertos: por la aprobación del Senado a alguna de las candidatas presentadas, o si se diera un nuevo rechazo a la terna, mediante designación directa. De eso no cabe duda. Lo que queda pendiente es saber si los senadores están dispuestos a asumir la corresponsabilidad de llevar a la Corte, de acuerdo con sus facultades, a alguien que no reúna el perfil de quienes tienen la función de ser un tribunal constitucional y la última instancia de interpretación de las leyes, o si convencidos de que la terna no responde a lo deseado, dejan que sea el Presidente el único responsable del nombramiento, con sus posibles consecuencias.
Las posiciones al interior del Senado están divididas, pues hay quienes opinan que, si de todos modos se cumplirá el capricho presidencial, sean ellos quienes asuman el papel que se les ha asignado y hagan el nombramiento. Se buscaría, se argumenta, que fuera la opción “menos mala”, cosa que no estaría garantizada si el presidente la nombra. Recordemos que el lema de la actual administración es más lealtad que capacidad.
Sin embargo, así como el Senado tiene la facultad de nombrar, también la tiene de rechazar la propuesta, lo cual no va en detrimento de su función, aunque lamentablemente no se resuelva la intención de fondo cuando se planteó esa fórmula de designación de los ministros. Pero desde mi punto de vista salva más el honor el Senado si rechaza una terna inaceptable, que si acepta un perfil que no responde al alto cargo para el que se designa a una persona. Pronto sabremos para dónde se inclina la balanza.
Por su parte, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha entrado en su tercera crisis del sexenio. Tres magistrados del Tribunal Mónica Soto, Felipe de la Mata y Felipe Fuentes Barrera, solicitaron debatir en la sesión del pasado jueves la remoción de la Presidencia del mismo del ministro Reyes Rodríguez Mondragón. No es la primera vez que el tema de la Presidencia del máximo organismo que dirime jurídicamente los aspectos electorales, entra en crisis. Lo cual no deja de ser preocupante a seis meses de las elecciones federales del año próximo.
Independientemente de las causas de la nueva preocupación, no deja de ser relevante que los ministros disidentes solo den dos opciones: la renuncia o la destitución de la Presidencia. Por su parte, el ministro Rodríguez Mondragón, en lugar de enfrentar la crisis como se le solicitaba, ofreció dar una respuesta el lunes y junto con la ministra Janine Otálora, rompieron el quorum de la sesión y la moneda está en el aire.
Es propio de un organismo colegiado que existan diferencias de criterio respecto de los puntos de discusión y por ello se han establecido reglas para que, según los casos, la resolución sea por unanimidad, por mayoría simple o calificada, pero en el caso del Tribunal. Son siete los ministros que integran la Sala Superior del tribunal, per con cinco ministros presentes hay quorum, situación que no se dio la semana pasada.
Esta crisis debe ser superada rápidamente, pues solo eso nos faltaría para que el proceso electoral que está en marcha entre en una nueva incertidumbre, que se añadiría a las que de por sí dudosas resoluciones que se han venido tomando en el contexto de este proceso adelantado. Ahora sí que a todos los ministros les toca actuar pensando en el bien de México y no en intereses personales de ninguna naturaleza.
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