El INE puede estar a salvo

Les guste o no a los opositores del presidente, el futuro del país pasa por el proceso electoral. Descalificarlo de antemano es un claro signo de derrotismo y frustración, que no favorece al avance y tranquilidad del país.



Han quedado concluidas las quintetas que tendrá que procesar la Cámara de Diputados para la elección de los nuevos cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral. El Comité Técnico de Evaluación, encargado de analizar, entrevistar y decidir entre los muchos aspirantes al cargo, parece haber realizado un buen trabajo. La elección de la mayoría de los integrantes de las quintetas fue por consenso, aunque no faltaron los prietitos en el arroz.

John Ackerman, el controvertido académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y esposo de la secretaria de la Función Pública y cercano al presidente, abandonó los trabajos y no votó finalmente, protestando por lo que consideró fue una elección donde hubo conflicto de intereses y el apoyo a quienes habrían sido cómplices de irregularidades electorales en el pasado. Esto en referencia, particularmente a candidatos procedentes del INE o que fueron asesores o familiares de consejeros electorales.

Por otro lado, también ha habido señalamientos de algunos integrantes de las quintetas afines a Morena o cercanos a funcionarios públicos de la actual administración. Como se ve, estos procesos no son químicamente puros, pues se escarba en el pasado de las personas, sus vínculos, sus afinidades, tendencias e intereses políticos.

Efectivamente, no se puede ser aspirante a consejero del INE, si no se tiene interés en la política, si no hay un estudio y preparación sobre el tema electoral y, también, si no se tiene una cierta experiencia práctica sobre el proceso, pues la pura teoría no resulta suficiente para atender la complejidad de un proceso democrático donde las distintas fuerzas pugnan por la obtención de los cargos públicos y, al mismo tiempo, de la fiabilidad del proceso dependerá la confianza social en el mismo.

Diego Valadez, uno de los integrantes del Comité Técnico, señaló con razón la necesidad de que exista confianza en la limpieza e imparcialidad de la elección de los consejeros, ya que el clima político del país ha alcanzado niveles elevados de preocupación, no sólo en los partidos políticos, sino en la sociedad misma que, como nunca, está preocupada por el futuro del INE y muchos nos hemos apostado en su defensa, por considerar que se trata de una pieza clave en la democracia mexicana.

La amenaza presidencial, porque eso es, de convertirse en el garante y vigilante del proceso electoral, invadiendo un ámbito que no le corresponde y la experiencia de que él no sabe reconocer la derrota y cuando los votos no le favorecen afirma invariablemente que hay fraude, no abonan a la tranquilidad en el país, ni generan confianza. Por el contrario, la sombra del pasado priista, que forma parte de la genética del actual mandatario, se cierne en el horizonte.

Corresponderá ahora a los diputados la elección de los dos consejeros y las dos consejeras, que conforme a las fórmulas de equidad deberán participar en la organización del proceso electoral del año próximo a nivel federal, estatal y municipal en muchos casos.

La creciente polarización ciudadana que estamos observando y que ha sido provocada desde el Palacio Nacional de manera sistemática, no augura la imparcialidad del primer mandatario, a quien ya se le ve realizando campaña, desde ahora, a favor de sus adherentes y los partidos que lo soportan.

Les guste o no a los opositores del presidente, el futuro del país pasa por el proceso electoral. Descalificarlo de antemano es un claro signo de derrotismo y frustración, que no favorece al avance y tranquilidad del país. Todos sabemos que son las urnas el lugar donde los ciudadanos definimos a los gobernantes de los poderes ejecutivo y legislativo. Las elecciones intermedias suelen registrar una menor participación, pues no suele entenderse la trascendencia que tiene la elección de diputados federales, que son los que aprueban las leyes y los presupuestos. La efervescencia actual debe servir para alentar la participación política, no para frustrar a quienes no ven colmadas de inmediato sus aspiraciones.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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