De amenazas, insultos, presiones

Con una piel delgada y sensible frente a cualquier señalamiento, el senador Alejandro Armenta Mier, presidente del Senado y aspirante a ser el candidato de Morena al gobierno de Puebla, irrumpió en el escenario mediático acusando a la ministra Norma Piña, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de haberlo presionado, intimidado y amenazado mediante mensajes intercambiados en las redes sociales. Indignado reveló, aunque con autorización, los mensajes que le había enviado la Ministra, indicando que estudiará con sus abogados demandar a su “agresora”. Insinuó, además, la posibilidad de que la autora de los mensajes pudiera estar bajo efectos del alcohol, aunque posteriormente se dijo dudoso.

La Ministra, por su parte, se disculpó por los mensajes y reconoció públicamente haberlos realizado, ante las posibles dudas de que fuera una suplantación. Sin embargo, rechazó los conceptos que el Senador había señalado.

Como el primer mensaje pregunta al Senador si después de lo sucedido puede ver a los ojos de sus hijos, no queda claro el contexto en que se produjo la pregunta. ¿Qué fue lo que sucedió? No me queda claro, pero como quiera que haya sido, ni eso ni lo siguiente me parece que sean amenazas o insultos. Tampoco parece ser una presión de quien claramente dijo que hablaba a título personal y no en representación de la Corte.

De todo ello queda claro que el senador Alejandro Armenta Mier tiene la piel muy delgada y de algunas preguntas y comentarios realiza elucubraciones imaginativas que resulta difícil validar, a menos que sea una reacción de su subconsciente por algún sentimiento de culpa.

Pero si de insultos, presiones y amenazas, quien las ha hecho reiteradamente contra la Suprema Corte, ha sido el propio Presidente de la República desde que inició el sexenio, cuando amenazó con hacer una reforma al Poder Judicial, que no llevó a cabo porque el ministro Arturo Zaldívar, entonces presidente de la Suprema Corte, se le adelantó con una iniciativa que pareció agradar al Presidente y fue el inicio de una buena relación entre los dos personajes, al grado de López Obrador llegó a proponer la reelección del Presidente de la Corte.

Pero independientemente de la reforma de entonces, las acusaciones de corruptos contra jueces y ministros de la Corte, ha sido reiterada. También han sido claras las presiones que con sus juicios y afirmaciones ha pretendido hacer para que las resoluciones a las controversias constitucionales sean a su favor, descalificando de antemano las que pudieran ser negativas.

En cuanto a las amenazas, éstas han sido claras y directas cuando ha vuelto a insistir en hacer una reforma al Poder Judicial, que como ahora no puede realizar, buscará dejar como herencia a su sucesor o sucesora, emitiendo un claro mensaje de que en la elección de 2024 necesita ganar el número suficiente de legisladores que le permitan obtener la votación calificada para reformar la Constitución.

Frustrado porque su burla de las leyes –“no me vengan con que la ley es la ley- no le ha servido de nada, pues una tras otras algunas de sus propuestas legislativas o decretos al ahí se va, han sido rechazadas por la Corte, como la primera parte del Plan B, y el decretazo que declaraba de interés público y seguridad nacional los programas y obras del su gobierno, para sustraerlos de la mirada pública de quienes ejerciendo su derecho a la información buscan conocer cómo se han asignado los contratos, a qué se han destinado los recursos, si los costos corresponden a lo realizado, etc. Controversia esta última interpuesta por el INAI, que justifica el odio tabasqueño –no jarocho- que tiene hacia ese organismo autónomo, al cual ha obstruido su operación vetando a los consejeros que habían sido elegidos y anunciando su propósito de desaparecerlo.

Así se las gasta un Presidente que dice resguardar y proteger la dignidad de su cargo, pero un día sí y otro también, insulta a alguien que no es obsequioso y sumiso.

Está claro a la luz pública, quién es amenaza, insulta y se la pasa presionando a quienes quiere someter a sus caprichos. Eso es algo que, sin duda, en el futuro podría revertírsele (y no es amenaza).

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