Para los medios de comunicación, un millón de manifestantes pacíficos son más invisibles que grupúsculos violentos de las mujeres de negro que hacen destrozos y profieren insultos.
Aunque la objetividad periodística es difícil de alcanzar, la veracidad de la información sí es posible. El origen del derecho a la información tuvo como premisa que se tiene “derecho al hecho”. Se reconoce, sin embargo, que los reporteros y los de comunicación si bien no están exentos de tener una ideología que los inspire, están obligados a presentar los hechos tal cual son, en la medida de lo humanamente posible.
Esto viene a cuento a propósito de la marcha a favor de la mujer y de la vida que convocó la Conferencia del Episcopado Mexicano y a la que se sumaron decenas de organizaciones de la sociedad civil, para manifestar su rechazo a la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al despenalizar, por una parte, el aborto y, por la otra, negar derechos humanos al recién concebido y, por lo tanto, quedar fuera de la protección de la ley. En consecuencia, también, se pretende negar o limitar al personal sanitario el ejercicio de la objeción de conciencia para no participar en el crimen del aborto, bajo el falso concepto del derecho de la mujer a abortar.
Y aunque los derechos no dependan de la cantidad de personas que los reconozcan, o de los criterios de los organismos del Estado para hacer otro tanto, lo cierto es que los derechos humanos son inherentes a las personas, no son otorgados por nadie y, por lo mismo, deben ser respetados.
Se calcula que el número de personas que salieron a las calles para manifestar su rechazo a los criterios “jurídicos” de la Corte fueron cerca de un millón de personas. Hubo movilización en 70 ciudades del país por el mismo motivo y de forma prácticamente simultánea. Se trató de un evento ordenado en el cual, esencialmente, se rechazó el aborto, incluso la criminalización de la mujer, pero se estuvo en desacuerdo con la negación del derecho a la vida de los niños, así como la amenaza de obligar a los médicos del sector salud a realizar abortos, a pesar de que estén en desacuerdo con ese procedimiento, que de ninguna manera es de salud.
Sin duda que el hecho fue de la mayor trascendencia. Pese a ello, los medios de comunicación lo minimizaron o lo callaron en algunos casos. El Universal, por ejemplo, habló de 5 mil personas en el inicio de la marcha y luego hizo referencia a 30 adultos mayores que coreaban el lema “Yo si le voy, le voy a la vida”. Se enfatizó en la presencia de sacerdotes y religiosos y grupos rezando, lo cual fue cierto, pero se ignoró a los miles de jóvenes que con alegría, porras y cantos se manifestaban a favor de las dos vidas, del niño y de la madre.
El espacio y el lugar que un medio otorga a un hecho, o el tiempo de exposición en la televisión o la reseña en la radio, son elementos de juicio y valor de un suceso, pero a la luz de la forma como se manejó informativamente este hecho, resulta claro el sesgo con que se transmite o presenta a quienes están a favor de una de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
El tratamiento que los medios dieron a esta marcha, contrasta con el que se otorga a las feministas embozadas que en congruencia con su cultura de muerte, a favor del aborto, realizan destrucción y media en sus marchas, vandalizando cuando encuentran a su paso, y aunque dizque muy defensoras de las mujeres y su cuerpo, no dudan en agredir a las mujeres policías que deliberadamente se envía a esos eventos para evitar que se diga que los policías hacen violencia de género.
La actuación de los grupos de feminismo radical, que llevan palos, bombas molotov y otros instrumentos para agredir a quienes las contienen, ha provocado que se les otorgue el mote de “feminazis”, por la violencia y rabia con que se expresan y actúan, y que son a las que la Suprema Corte ha escuchado para reconocerles el derecho de hacer con su cuerpo lo que se les pegue la gana, aunque con él, dañen los derechos de un tercero, su hijo, que los tiene, aunque una interpretación torcida de los derechos humanos protegidos por el Artículo 1º. de la Constitución.
Tanto la Corte ha prestado oídos sordos a la ciencia, para sostener su ignorancia respecto de la naturaleza del recién concebido, como si no existiera como ser humano, como muchos medios de comunicación, que han aplaudido la decisión de los ministros, no ven ni escuchan el clamor de quienes pacíficamente hacen oír su voz en defensa de la vida. Para ellos, un millón de manifestantes pacíficos son más invisibles, que grupúsculos violentos de las mujeres de negro (¿camisas negras?) que hacen destrozos y profieren insultos.
¿Cuál es la medida con que juzgan y valoran el hecho, la información, estos medios?
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