Buenos deseos e ingenuidad política

La transición política sigue en marcha. Estamos en medio de un capítulo más de una historia con avances y retrocesos.


Movilidad social


En las últimas semanas hemos sido testigos de una gran movilización social de repudio al presidente Andrés Manuel López Obrador, solicitando su renuncia inmediata. La respuesta que ha recibido FRENA resulta verdaderamente sorprendente. La convocatoria de Gilberto Lozano no habría tenido respuesta de no ser porque la actuación presidencial ha sido ineficiente, demagógica y contradictoria, poniendo en riesgo el desarrollo del país y encaminándonos peligrosamente hacia un modelo del nuevo socialismo latinoamericano.

La petición es concreta y clara: que renuncie el presidente, ¡y ya! Eso ha logrado entusiasmar a muchos y romper con la tradicional apatía para lanzar a muchos a la calle. La presencia en las calles de numerosos vehículos, incluidas bicicletas y motocicletas, con aplausos de peatones. Sin embargo, en algunos lugares también han sido interpelados y hasta insultados por quienes apoyan al presidente. Y ante el impacto de esta movilización, ya se ha organizado una respuesta igual y en sentido contrario.

Quienes crean que el presidente López Obrador va a renunciar porque las calles se llenan de coches manifestando su oposición, pecan de ingenuidad en dos direcciones. Después de tanto trabajo que le costó llegar al poder, no va a renunciar para dar gusto a quienes ya tiene clasificados como fifís. Sobre todo, porque se respalda en los millones de votos que lo eligieron, y aunque las encuestas indican que su popularidad ha descendido, al menos cuenta con un 50 por ciento a su favor, y eso le basta.

La segunda dimensión de su ingenuidad proviene del mismo discurso de Gilberto Lozano, quien pide la renuncia antes de diciembre para poder elegir un nuevo presidente. Pero, al mismo tiempo el promotor del movimiento se ha dedicado a desacreditar a los partidos políticos por igual y al proceso electoral. Entonces, en el improbable caso de que renunciara el presidente, ¿qué vendría después? Una elección, sin duda. ¿Y de dónde saldría el candidato y quien lo postularía? De acuerdo con nuestro actual sistema electoral, existen condiciones para jugar y ser electo. ¿Sería un candidato independiente? ¿Sería Lozano? ¿Cuáles son sus credenciales, su proyecto político, su plan de gobierno y su equipo? Enfrente están los partidos políticos, sus proyectos, su ideología y sus intereses. ¿Sería que ya está maduro el BOA?

Es importante que la sociedad tome conciencia, pero se requiere algo más que inconformidad y salir a la calle. Se requiere organización y acción. Los cambios políticos no son fáciles, ni rápidos cuando se trata de construir. En cambio, para destruir no se requiere mucho, y lo estamos viendo por quien simplistamente afirma que “es fácil gobernar”.

Ingenuos fueron, también, muchos de los que votaron a favor de Morena, un grupo amorfo, sin estructura y con personajes procedentes de corrientes contradictorias y a partir de promesas ya hechas en el pasado por otros candidatos y que no lograron cumplirlas o fueron en sentido contrario. Todo se basó en un ingenuo acto de fe ante un personaje que lo ofrecía todo y halagaba los oídos de sus audiencias, prometiendo el paraíso terrenal en un abrir y cerrar de ojos. Y muchos le creyeron. Hoy hacen filas los decepcionados, incluso dentro de las izquierdas que lo apoyaron.

Fue increíble cómo intelectuales, profesionales y hasta empresarios, se dejaron llevar por López Obrador. Olvidaron sus antecedentes y su personalidad, así como su clara ambición de poder, brincando del PRI al PRD y fundado Morena en su beneficio. Tejió una red y quienes legítimamente quieren un mejor México, pensaron que él era el constructor. Puros buenos deseos, llenos de ingenuidad. Se les olvidó conocer el programa propuesto por el partido y sus semejanzas con el pasado o con otros movimientos continentales. Hoy se dicen sorprendidos.

Bienvenido el despertar de la sociedad. Era necesario. Pero el riesgo es que al fracasar la movilidad vehicular como instrumento para que renuncie el presidente, los inconformes bajen los brazos, se desanimen y vuelvan a sus casas. Y como les han hablado mal de los partidos, en el 21 no acudan a votar o lo hagan sin analizar a los candidatos y sus propuestas.

Los cambios requieren procesos y largas luchas. Casi un siglo fuimos víctimas de la dictadura perfecta, y los males heredados de ella están enraizados y no será fácil erradicarlos. Mucho hubo que hacer para iniciar la transición, que si bien requería la alternancia, no ha terminado, pues la lógica del viejo sistema sigue viva.

La transición política sigue en marcha. Estamos en medio de un capítulo más de una historia con avances y retrocesos. El año próximo, con la elección del Congreso, se dará una nueva oportunidad de avance o retroceso. Todo dependerá de la movilidad social, ciudadana, para definir su voluntad, a pesar de los riesgos y las imperfecciones del proceso. Y en esta ocasión, como en las anteriores, el abstencionismo será el gran enemigo.

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